El mito de la Difunta Correa revisitado y distorsionado por Nacho Bartolone

"También los que duermen rigen el orden del mundo" dice Bebo Pura Leche, el personaje que encarna Santiago Gobernori en La madre del desierto, la obra que acaba de estrenarse el Teatro Cervantes dirigida y escrita Nacho Bartolone. No es lo que sucede justamente con este joven dramaturgo que se encuentra en continua búsqueda y movimiento, que revisa mitos, bucea en la historia y que sabe muy bien despertar a la platea para que se llene de preguntas. No es de extrañar que este tipo de propuestas copen la programación del teatro nacional.

Es que desde que Alejandro Tantanian se hizo cargo de su gestión, a comienzos de este año, los nombres dejaron de estar apiñados en unos pocos y se transformó tanto que las propuestas que habitan el Cervantes hoy son bien diversas. Por estos días, además, Ricardo Bartís muestra La liebre y la tortuga, el resultado de este tiempo de experimentación para reforzar la idea que se propuso Tantanian a su llegada al Cervantes: que el teatro se convierta en una caja de resonancia de los conflictos estéticos y sociales actuales. Y parece cumplirlo a rajatabla. Por eso, nombres como el de Romina Paula, Laura Paredes, Mariana Chaud, Ignacio Sánchez Mestre y ahora Bartolone conviven en perfecta armonía con Copi, Marilú Marini y el propio Spregelburd. Cantidad de mujeres que asombra y edades que no son la norma para un teatro oficial.

En este nuevo escenario llega La madre del desierto que tiene su punto de partida en un cuadro de la Difunta Correa que Barolone consiguió en una librería de libros usados a 10 pesos. "Con Alejandra Flechner -cuenta Barolone- empezamos a hablar sobre la construcción de ese mito. Qué significaba, qué potencia tenía, qué resignificantes tiene hoy esa cuestión de la teta que no afloja nunca... Tomamos el mito para partir de algo, pero no volvimos a eso porque la obra lejos está de ser sobre la Difunta Correa. Sí había una cuestión que nos enmarcaba que tenía que ver con el sacrificio extraordinario, con una persona que lo deja todo. En un contexto absurdo porque la historia de la Difunta Correa es de mucha devoción, pero a la vez muy particular porque es una persona que sale al desierto con un bebé. Hay algo de eso que es un oxímoron".

De esa génesis creadora en la que incluso se preanunciaba una obra para un solo personaje, las cuestiones avanzaron, los materiales que a Bartolone siempre le interesan y viene trabajando se sumaron y finalmente la figura del bebé encarnado por Santiago Gobernori...

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