La mística litoraleña del Negro Aguirre

Hay libros que funcionan como un oráculo. Una poesía del futuro, la compilación de conversaciones del poeta Juan L. Ortiz (1896-1978) que publicó la Editorial Mansalva, es uno de ellos. A lo largo de diversas entrevistas -con Juana Bignozzi, Paco Urondo, Tamara Kameszain, Ricardo Zelarayán, Guillermo Boido- el célebre autor entrerriano despliega una cosmovisión que excede el lenguaje poético y construye una visión del mundo."Juanele es una referencia no solo desde su obra sino de sus ideas. Tan es así que, en lo personal, sigo releyendo a cada tanto ese libro. Su pensamiento es para mí un norte que necesito refrescar siempre", me cuenta desde Paraná, la capital de Entre Ríos (y la ciudad donde vivió Ortiz desde 1942 hasta su muerte), el pianista, guitarrista, percusionista, cantante y compositor Carlos Aguirre, que a los 55 años es uno de los referentes de la música de proyección litoraleña.Además de todo eso, Aguirre es el factotum, junto al flautista Luis Barbiero, del sello Shagrada Medra. Aunque no tiene un significado preciso, el nombre de la etiqueta es el fruto de una experiencia onírica, con una doble interpretación. Por un lado, la concreción del sueño de una plataforma musical propia, anhelo compartido con el violinista santafesino Ramiro Gallo, que formó parte de la experiencia en sus instancias seminales. Por el otro, Shagrada Medra propone una vinculación entre el arte y lo sagrado. Una mística apócrifa que funciona como el soporte para diversas expresiones de la música folclórica en general, con especial foco en las del litoral.Mi querido y admirado colega Carlos Rodríguez, desde Concordia, con bastante frecuencia tipea "menos mal que existe escribir", y se despacha con algún texto que une sensatez y sentimientos. Esta semana, a propósito del lanzamiento digital del catálogo de Shagrada Medra, recordó una visita de Aguirre a su ciudad, en diciembre de 2001. "El horno, literalmente, no estaba para bollos. En medio de una patria a la que le costaba parir un corazón me reuní con Carlos Aguirre en la casa de la mamá de Silvina Gómez. Habían llegado esa mañana desde Paraná con Fernando Silva y en la noche tocaban en una salita pequeña de Concordia. El Negro se había hecho un mate y andaba en patas por los pasillos largos del lugar. El termo era blanco y el mate tenía menta peperina. Me regaló un disco que tenía una semilla de tipa dentro del packaging. (...) En medio del caos que sobrevendría algunos días más tarde, entre...

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