El ministro Tristán Bauer reveló que había visitado a Kodama días antes de su muerte: 'Pensaba que podía tratarse de un último encuentro'

La escritora María Kodama, acompañada por el ministro de Cultura, Tristán Bauer, y el director del Centro Cultural Borges, Ezequiel Grimson, en agosto de 2022

Mientras se esperan novedades en el expediente judicial abierto tras la muerte de la escritora María Kodama, viuda y albacea de Jorge Luis Borges, que tendría como únicos herederos a los cinco hijos de su hermano, Jorge Kodama (casado con María Luisa Massini), varios escritores y académicos deslizaron la posibilidad de que sea el Estado argentino el que administre el legado del autor de Ficciones . Para hacerlo, se debe dictar una ley nacional que lo declare de interés público, se lo expropie y se pague lo que corresponde a los sobrinos; en el caso de objetos y manuscritos del autor se debería abonar el valor de mercado de los bienes, luego de ser tasados por casas de remate internacionales. Se espera en los próximos días una declaración conjunta de universidades nacionales que solicita la intervención del Gobierno para que el legado de Borges quede en el país.

María Kodama, viuda y albacea de Borges

En los últimos años, Kodama afianzó el vínculo con los funcionarios de Cultura del Gobierno nacional. Las Jornadas Borges se realizaron en el Centro Cultural Kirchner y en el Centro Cultural Borges (CCB), que creó un espacio de lectura con obras del autor en el segundo piso del edificio de Viamonte 525; en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM), participó de actividades y estuvo atenta a los trabajos de restauración en el Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, en México 564. En ese edificio del barrio de San Telmo funcionaba la Biblioteca Nacional en los tiempos en que Borges fue su director.

"Todavía tengo muy presente mi último encuentro con María Kodama hace pocos días atrás -dice el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, a este diario-. Llegué a verla, pensando que tomaríamos un café como lo hacíamos con cierta asiduidad, pero su amigo [el licenciado Fernando Flores Maio] me indicó que se encontraba mal. Subió a la habitación donde estaba descansando y al bajar me dijo que María quería verme. La encontré en el que sería su lecho de muerte, en una habitación muy pulcra. Todo se veía cuidado, en armonía. Tomé su mano y comenzamos a hablar. Ella lo hacía con cierta dificultad, pero no se advertía dolor ni sufrimiento, solo alguna tos que interrumpía brevemente su relato. Hablaba con parsimonia, a un ritmo lento, y sin abrir los ojos".

María Kodama y el...

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