Militantes más duros para nuevas epopeyas

Sólo escuchándola, un distraído entendería que Marta Cascales es una mujer de carácter. Tal vez baste con saber que está casada con Guillermo Moreno. Escribana y asesora jurídica de su marido, directora suplente de la estatal Enarsa desde los inicios, tiene además una muy buena relación con Cristina Kirchner.

Esto podría explicar parte del vuelo que ha adquirido en los últimos tiempos en la administración kirchnerista. Porta, además, el perfil necesario para una etapa en que el Gobierno necesita de dirigentes incondicionales, capaces de revivir una épica que parece ahora mancillada por la gestión, los fallos judiciales y las tragedias ferroviarias.

Cascales volvió a estar el miércoles en una reunión relevante en el entramado nacional y popular. En las oficinas de la Comisión Nacional de Valores (CNV), participó de una conversación sobre la táctica por seguir ante el Grupo Clarín, el blanco más recurrente de los enojos presidenciales.

No fue la primera vez. Y es probable que justifique el pavor que cunde en estos días entre hombres de negocios que han oído, nunca con demasiada precisión, que Cascales podría reemplazar a Alejandro Vanoli en la conducción de la CNV. Hace tiempo que la escribana viene empujando para que el organismo se endurezca con Clarín; Vanoli, mientras, viene admitiendo sus ganas de convertirse en director del Banco Central. En el momento de confeccionar el dictamen contra Clarín, hasta ahora un borrador que sobrevuela esas oficinas, Vanoli se topó con gerencias que no estaban de acuerdo.

En la CNV reposa parte de la suerte de varias compañías. El temor de las sociedades cotizantes en la Bolsa es el artículo 20 de la ley de reforma del mercado de capitales, que las corporaciones aceptaron en su momento mansamente y que faculta a cualquier accionista minoritario a pedir la intervención de una compañía. Las normas dicen que una firma a la que se le ha iniciado un sumario -por ejemplo, Papel Prensa- no puede dejar de cotizar, pero las circunstancias podrían disuadir de hacerlo a aquellas que estaban analizando entrar.

Es el escenario que viene. Perdida la primera de sus batallas por la "democratización" de la Justicia tras el fallo de Servini de Cubría, y cuestionado por las inundaciones, los problemas cambiarios y los accidentes, el kirchnerismo necesita ahora repetir lo que ha sido siempre su destreza cabal: recuperarse mediante nuevas epopeyas.

Esta nueva etapa, que requiere invariablemente lealtades, podría intensificar...

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