El milagro de la vida

En tiempos de sofisticadas formas de comunicación entre los seres humanos a partir de un increíble desarrollo tecnológico, insospechado hasta hace poco, distintas disciplinas evalúan los beneficios y los perjuicios que para muchos tiene el haber desplazado notablemente el valioso contacto de persona a persona.

En la actualidad, aun en situaciones gestadas para promover un encuentro real, y no digital, entre dos o más, no parece ya sorprender que la atención a la demanda de múltiples dispositivos relegue, por ejemplo, en un bar, cualquier posibilidad de conversar, de mirarse a los ojos, de sonreírse o de compartir un instante con un otro sentado enfrente, sin interrupciones. Si hasta han surgido nuevos espacios que se autopublicitan destacando que no cuentan con Wi-Fi para expulsar a los adictos a la tecnología.

Afortunadamente, huelgan también ejemplos que confirman que los seres humanos no podemos sustituir tan fácilmente el contacto físico. Los bebes nacidos prematuramente son un claro exponente de los beneficios que el acercamiento físico con sus madres reporta a su desarrollo y maduración más temprana.

En neonatología se habla del "contacto piel a piel" (Copap), que consiste en apoyar al bebe sobre el pecho materno para que reciba aquellos estímulos que reducirán su estrés y su llanto, al tiempo que lo ayudarán a estabilizar su frecuencia respiratoria y cardíaca, a reducir la necesidad de oxigenoterapia, a ganar peso, a controlar la temperatura, entre otras muchas ventajas detectadas por estudios realizados en diversos países. Para las madres es también muy importante, pues reduce sus angustias, les permite ganar seguridad, facilita el amamantamiento y sienta las bases de un vínculo más sólido.

Pocas semanas atrás, en el contexto de la tradicional FIRA Barcelona de tecnología se presentó el Babybe, un original dispositivo que replica la respiración y los latidos cardíacos de la madre y los acerca al bebe prematuro cuando ella no puede acompañarlo. Una almohadilla con forma de tortuga que la madre apoya sobre su pecho registra sus frecuencias y las procesa en una pequeña computadora conectada a una especie de colchón que se infla y late al ritmo materno y que puede ubicarse a 30 metros, fuera de la sala de incubadoras...

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