Sin luna de miel: Humala asume con el reto de despejar las dudas

No habrá luna de miel entre Ollanta Humala y los peruanos.La crisis que sufrió el presidente electo de Perú dos semanas atrás a raíz de un viaje de su hermano a Rusia es una prueba de ello: aún sin un día al frente del gobierno -asume el jueves-, la telenovela moscovita le provocó al ex militar de izquierda una estrepitosa caída de su popularidad, que pasó del 70 al 41%.En un país fuertemente polarizado, la credibilidad de Humala, que ganó la presidencia en segunda vuelta con una ventaja de menos del 3%, será sometida a prueba en forma continua.Para ganarse esa confianza, el mandatario deberá sacar a relucir sus dotes de equilibrista, y demostrar que es capaz de satisfacer adecuadamente las impostergables demandas de inclusión social, sin afectar el crecimiento económico y la inversión extranjera, que han convertido a Perú en uno de los países más prósperos de la región."El mayor desafío de Humala en sus primeros 100 días de gobierno será conciliar los intereses de aquellos sectores marginados que votaron por él, con los de los inversores y empresarios, que desconfían de sus promesas electorales de corte populista", dijo a La Nacion la analista Giovanna Peñaflor.Se trata de un reto similar al que enfrentaron Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, en 2003, y luego Tabaré Vázquez en Uruguay, en 2005, tras haber sido fuertes referentes de izquierda.El líder de Gana Perú gobernará a partir del jueves los destinos de un país que pese a haber registrado durante la última década índices "chinos" de crecimiento económico, niveles récord de inversión y una baja tasa inflacionaria, aún cuenta con un tercio de la población relegada y excluida, que no goza de los beneficios de esa prosperidad.En un país repleto de conflictos sociales latentes, Humala deberá así atender a los millones de peruanos -en especial a los más pobres y alejados de la pujante Lima- que votaron por él, confiando en su mensaje de cambio e inclusión.Cabe recordar también, sin embargo, que el triunfo del líder nacionalista fue posible gracias a la moderación de su discurso con respecto a 2006, cuando los peruanos rechazaron en las urnas el cambio radical que proponía. Humala, en otras palabras, ganó porque comprendió a tiempo que muchos peruanos se sienten excluidos del sistema, y no que el país está yendo en una dirección equivocada."Salvando las diferencias, Humala sabe que debe seguir los pasos que dio Lula en 2003. Tiene que responder a las demandas de quienes están fuera del sistema, pero de...

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