México, ante el renacer de nuevas esperanzas

Habrá que darle tiempo a Andrés Manuel López Obrador para que defina la política que se propone ejecutar después de haber triunfado con el 53,3% de los votos en las elecciones generales del domingo. Con expresiones como la que dejó en su rauda marcha por la campaña electoral de que "una buena política exterior depende de una política interna fuerte", sabemos poco o nada de nuevo sobre el presidente electo de México. Pero ya sabíamos algo porque gobernó a comienzos de siglo con manos limpias el sucio Distrito Federal de las componendas y corrupciones de tantas décadas.

Para los intereses permanentes de la política exterior argentina México es garantía de equilibrio entre poderes nacionales. Justifica compromisos y mirada regional atenta más allá del plano sudamericano. Por eso, observamos con mucho interés los primeros pasos de quien llega al escenario internacional sin un pasado con vínculos ideológicos o intelectuales que no sean los que hubiera establecido con sus propios coterráneos.

López Obrador es un político que casi no viajó fuera de México, pero que recorrió palmo a palmo su país no solo por las exigencias de su tercera, y por fin exitosa, competencia presidencial, sino por su larga participación en la política interna mexicana. Su triunfo ha sellado el derrumbe del otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI), al que estuvo afiliado y abandonó mucho antes de que cayera en los comicios de 2000 ante Vicente Fox, del Partido de Acción Nacional (PAN), de centro derecha.

Sería temerario hacerse cargo del regocijo expuesto por gente como Nicolás Maduro y Cristina Kirchner, y decir que con López Obrador la izquierda ha llegado al poder en México. No vemos las razones para suponer que ha conquistado una ficha el descapitalizado movimiento plurinacional que agitó en los primeros lustros del siglo la política latinoamericana. Ya se lo verá a López Obrador cuando asuma a fines de año; por ahora, habremos de atenernos en particular a sus declaraciones tras los comicios. Ha hecho un llamado a la reconciliación de los mexicanos y ha sido más rotundo de lo que se esperaba respecto de sus compromisos con las libertades de expresión, de asociación y de empresa. Ha procurado neutralizar algunos temores de una deriva autoritaria y de asfixia a los mercados.

Se podrá argüir que López Obrador ha prescindido hasta aquí de un pensamiento actualizado, según las exigencias concernientes al cese de la Guerra Fría y el avance arrollador de...

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