Con otro método, San Lorenzo quedó al borde de la eliminación

Es extraño el fútbol. San Lorenzo era un despiste, tímido y conservador, pero ganaba un partido esencial. Más tarde, afirmado y seguro, más adelantado incluso, sufrió una derrota impensada con dos goles de un tal Uribe, que resultaron una pesadilla en continuado, en apenas seis minutos. El Ciclón quedó al borde de la eliminación en el Grupo 6 de la Copa Libertadores, luego de la caída por 2 a 1 contra Toluca, un buen equipo. Pablo Guede, el conductor, transformó su idea, más equilibrada, más austera, pero cayó en la trampa de lo que suele atormentarlo: la débil defensa.

No existe la verdad absoluta. Ni en el fútbol, ni en la vida. Son porciones, apenas, de realidades, que andan dando vueltas y que suelen ser tomadas a placer de quien las consume. En el juego de la pelota, por ejemplo. San Lorenzo se alimenta, desde largos meses atrás, de un estilo -en teoría-, audaz, agresivo, de vuelo ofensivo. Con Pablo Guede, el Ciclón ataca más de lo que defiende. Es una idea. Distinta a la de Edgardo Bauza, su antecesor, que se distinguía por el arte de la defensa, del equilibrio, de la solidez, también en el juego de las ideologías. No siempre fue así, no siempre es así. Pero los sellos se imponen y las marcas perduran. Guede es libertario y Bauza, el campeón de única Copa Libertadores de la historia azulgrana, es conservador. Los últimos días, esa teoría quedó desmentida por la realidad. Que es relativa, que no es universal. Es apenas una mirada.

Acorralado en el torneo local y en la aventura internacional, San Lorenzo abandonó sin pruritos el estilo de ataque colérico por una versión pausada, pensante. No fue un equipo mejor: provocó menos situaciones de riesgo real -muchas de las que eran desperdiciadas apenas tiempo atrás- y no frenó los despistes defensivos, extendidos más allá de la manta corta, como les agradaba decir a los especialistas de otro tiempo. Aquí, lo interesante: ganó en Mendoza frente a Godoy Cruz (un noble equipo) y quedó a dos puntos del líder local. Ganó con otras armas: una defensa más rigurosa, un ataque más medido y una agresividad cuerpo a cuerpo como en los viejos combates coperos. Otro módulo, que le abrió las puertas de un mundo diferente. Ni mejor, ni peor. Las victorias indispensables, eso sí, en algunos tramos de la competencia suelen cambiar los planes. A Guede, por ejemplo, le ocurrió algo así.

Toluca, el rival...

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