A Messi no le gustó nada su travesía en el desierto

RIAD.? Leo Messi no es Leo Messi: es una pulga. Una pulga sedienta en el desierto. Sin agua, el oasis es una quimera. De su destreza se esperan milagros religiosos, pero la poción mágica se ha quedado en Barcelona. Los que han dejado de rezar vuelven a hacerlo: una gambeta, una asistencia, un gol debe venir del más allá. Tropieza en arenas movedizas: Leo Messi no es Leo Messi en la noche de la despedida del seleccionado de 2012, en un híbrido amistoso 0 a 0 contra Arabia Saudita. Cierra el año con las medias bajas, final incoloro de una temporada de acuarela, la mejor de su trayectoria en celeste y blanco."Regalamos el partido, es una lástima terminar el año así." Discontinuo en el campo de juego, estorbado por árabes envueltos en túnicas imaginarias que deben darles un impulso mayor desde el más allá, choca y cae, choca y se levanta, ensaya una pared con Agüero y se entusiasma, arroja un tiro libre al viento y se fastidia. A Leo lo conoce todo el mundo: cuando mira el césped, está incómodo. Perdido, suerte de jugador de fútbol terrenal. Lo que no es, claro. Está molesto: sus ojos lo delatan, minutos después del ensayo frustrante.Con una frase callejera, con una sentencia de barrio, se lo puede describir con mayor precisión: está recaliente, si se permite el término.Es un hombre voraz: no puede ni siquiera empatar a las bolitas. Lo quiere todo, como el récord que superó de Pelé, con 76 goles en el año calendario contra los 75 del brasileño, para los especialistas veteranos, el mejor de todos los tiempos. Lo quiere todo, como los 12 goles, también anuales, con los que alcanzó en el seleccionado a Gabriel Batistuta, aquel extraordinario artillero. Lo quiere todo: Arabia era la última pirámide para superarlo. No pudo. Como el gran Roger Federer, Messi es la mejor canción de John Lennon: crea un mundo sin países, sin fronteras, amado hasta en el cercano Oriente. La gente, vestida con sus camisetas, quiere que gane él. Quiere un gol de él. No celebra el cerrojo maquiavélico de la zona media de Frank Rijkaard: pretende un golazo al ángulo, uno de los suyos. Messi es local hasta en la Luna, si volviera a pisarse."No se pudo. Fue una lástima, pero al menos sirve para no repetir errores de cara a lo que viene, al futuro. No está bueno terminar el año así, no hicimos mucho, la verdad. Lo bueno es saber que esto no debe volver a pasar." Su análisis parece exagerado: desde el remoto destino, pasando por el extenso viaje y la evidente carga de partidos, podrían oficiar...

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