Messi, entre mentiras y verdades

Leo Messi, en realidad, su imagen, lo que representa, es el disparador de un contexto que se repite en el tiempo. Los genios tienen una capacidad mediática asombrosa en los tiempos del gran hermano virtual: todo lo que pasa a su alrededor (y más aún, cuando no sucede nada) es replicado al minuto por el globo. Leo Messi no es sólo un futbolista maravilloso: es el producto estelar de un negocio multimillonario. El romanticismo ha desaparecido: no vuelve ni siquiera con sus mágicas ocurrencias en el campo.

El negocio, entonces, hay que mantenerlo, entre otros asuntos, con negociaciones, diálogos, miradas, sentido común. En los últimos diez días, las imágenes del seleccionado tuvieron un pico de insensatez, cuando día a día se trataba de revelar, como si se tratara de un misterio universal, si Messi caminaba en zapatillas o trotaba en botines, incómodo por una inflamación en el empeine derecho. Básicamente, si podría jugar los amistosos contra El Salvador y Ecuador. Horas enteras, páginas dobles, para confirmar una sensación desde las sombras...

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