Messi, cautivante

CÓRDOBA.? Messi estaba obsesionado por conquistar a ese país de corazones blindados y miradas desconfiadas. Por razones que se escapaban de la lógica y quizás anidaban en sentimientos tribales, se lo observaba a Messi con sospecha. Él no se enojaba ni devolvía miradas con sorna, pero necesitaba el cobijo popular. Al mejor del mundo no lo respetaban en su país; no podía gambetear ese rol de intruso que se le había asignado. Pero todo comenzó a cambiar a partir de un día, un estadio, una provincia. Una helada noche santafecina de julio del año pasado, atribulado como nunca y silbado como ya no ocurrirá, Messi dejó la cancha de Colón luego de un oscuro 0-0 con Colombia. Cinco jornadas después, el 11 de julio, se marchó del estadio Mario Kempes ovacionado tras ganarle 3 a 0 a Costa Rica por una Copa América que todavía preparaba otra trampa. Pero Córdoba había sembrado la semilla del amor definitivo.El planeta lo reverenciaba, pero recién a partir de entonces podría comenzar a alinear algunas adhesiones por acá. Hasta que desembarcó Alejandro Sabella, la Pulga se ajustó la cinta de capitán y todo se volvió más meteórico aún: golazos, jugadas para el asombro, ovaciones y banderas de aliento con inscripciones de cada rincón del país. Ya a nadie le importó que no cante el himno. Messi ha triturado los pronósticos más agoreros. Y anoche Córdoba lo volvió a contener. Otra vez le endulzó los oídos.El no se persigna cuando pisa la cancha, no entra con el pie derecho, no hace una arenga visceral cuando termina el himno. Gobierna sin estridencias ni gestos ampulosos. Encara, esquiva, asiste, apunta y remata. Su compromiso con la selección es incuestionable. Se sabe que Messi no tiene un don en la expresividad, pero igual atrapa. El...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR