El mensaje de Brasil para la Argentina

Lula Da Silva junto a Alberto Fernández y Cristina Kirchner

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La geografía, igual que la Historia, nos condiciona, nos determina. Por eso es importante para la Argentina lo que sucede en Brasil . Estamos condenados a estar juntos. Obviamente, hay otras razones. Una de ellas es la dimensión que tiene Brasil en nuestra región, donde es el país más importante, más voluminoso y más decisivo. Si uno mira el mapa, salvo con Ecuador y con Chile, Brasil limita con todos los países de Sudamérica. Es decir, lo que pasa allí nos pasa a todos . Pero, además, hay otras dos razones por las cuales es relevante mirar lo que está sucediendo en la política brasileña con las elecciones.

La primera, y esto tiene que ver con el debate ideológico que se da en toda la región, es que son elecciones recepcionadas por la clase política argentina como si fueran propias . Hay una especie de juego de espejos, donde en muy buena medida el Gobierno, el Frente de Todos, se mira en la peripecia de Lula da Silva. Y no todos los sectores de la oposición, pero si algunos, -sobre todo en el PRO y los libertarios de Milei-, se miran en el espejo de Bolsonaro. ¿Por qué esto es importante? Porque se está procesando en Brasil una historia cuyo destino no conocemos, pero empezamos a ver en estas elecciones. Se está estabilizando un populismo de derecha encarnado en Bolsonaro, que tiene aires de familia con lo que ha venido pasando en Estados Unidos con Trump , con lo que viene sucediendo con muchas expresiones de esta nueva derecha que se define sobre todo por la exclusión de otros. En el centro de este problema está el inconveniente de la falta de trabajo y, en algunas sociedades, el de la inseguridad.

Todas estas son razones por las cuales las elecciones de Brasil tienen un mensaje para la dirigencia argentina . Aun cuando sabemos que trasladar esos mensajes conduce automáticamente a un error, sobre todo en un país como Brasil que tiene una historia muy distinta de los demás países de la región, hispanoamericanos. Lo primero que miramos en esta elección es una novedad brasileña. Es un país que tradicionalmente no ha sido, en términos políticos, de grandes oposiciones, de intransigencia. En Brasil, a nivel político, pero también social, queda mal pelearse. Es muy difícil encontrar brasileños que se peleen nítidamente con alguien. En la política ha pasado lo mismo a lo largo de muchísimas décadas. Ahora no. Ahora, si uno quiere, se parecen más a nosotros , una sociedad donde hay una gran polarización que está cifrada no tanto en algo positivo, en ir detrás de una agenda o un líder, sino más bien en ir en contra del otro, por la vía negativa.

Y sucede algo en Brasil con esta polarización que sucedió hasta hace poco en la Argentina y daría la impresión que estaría dejando de suceder. Los dos polos toman prácticamente todo. En la Argentina, kirchnerismo y antikirchnerismo ocupan cada vez menos espacio dentro de la totalidad de la política y empieza a haber drenajes, pérdidas de votos en las dos direcciones. En Brasil, en cambio, Lula da Silva y Bolsonaro concentraron en el 91% de los votos, con otra peculiaridad. Si uno mira los mapas de las elecciones presidenciales brasileñas de los últimos 20 años, desde hace más o menos una década empieza a suceder que el que gana no se impone en todos los estados, como pasaba antes. Hoy vemos un mapa de dos colores. Del centro al sudeste y sudoeste, el color de Bolsonaro, el azul. Y el colorado del PT en todo lo que es el gran nordeste brasileño, donde Lula sigue ejerciendo una especie de monopolio.

Otra novedad: Lula no hizo la elección que le prometían las encuestas . Hay un misterio en las encuestas brasileñas, pero Lula no ganó como anunciaban tantas investigaciones de opinión pública, en primera vuelta, con más del 50% de los votos. Sacó el 48% de los votos. Esto indica algo importante, que interpela a la Argentina y al kirchnerismo: cuidado con menospreciar el problema de la corrupción o de tratar de enmascararlo con un relato, que en el caso de Lula es muy similar al del kirchnerismo, el relato del lawfare . Solamente se pone el acento en las eventuales manipulaciones, reales, que puede tener el sistema judicial, y no en el problema de fondo, que son bolsones de corrupción nunca vistos. Ahí el tema de la dificultad que tiene la izquierda brasileña para obtener los niveles de adhesión que esperaba por un problema de imagen, de percepción de corrupción -muy alimentada por el Lava Jato y Petrobras- afectó especialmente a Lula.

Bolsonaro hizo una elección mejor de lo que se esperaba . Es más, obtuvo un caudal de votos muy superior a su trayectoria en las encuestas en los últimos dos o tres años. Nunca en esos dos o tres años había logrado perforar un techo del 40%, siempre estaba en la franja de los 30. Ahora sacó el 43% de los votos. No solo eso. Por la elección parlamentaria, tanto el Partido Liberal del que forma parte Bolsonaro como sus aliados -Unión Brasil, Partido Progresista y Republicanos- van a pasar a dominar no la mayoría, pero si una primera minoría muy amplia en el Congreso. Lula va a tener que pensar de nuevo su plan político porque va a aparecer un Congreso mucho más opositor y más de derecha, si es que gana la segunda vuelta , como se presume.

Estamos diciendo que hay un laboratorio brasileño en el cual se están procesando novedades que aparecen en otros lugares del mundo y hay una que, a lo mejor, obliga a ver un costado de la popularidad de Bolsonaro que no aparece en las encuestas porque, por muchísimos motivos razonables, a mucha gente le da vergüenza decir que lo vota. Ese factor reside en una comparación que ha hecho el investigador del CONICET Bernabé Malacalza y que mide la gravitación de Bolsonaro en las redes sociales en comparación con Lula, en una cultura que va a cada vez procesando más la política en estos medios.

En Facebook, 12 millones de seguidores son los que tiene Bolsonaro contra los 5 millones que tiene Lula. En Twitter, 9 millones de Bolsonaro contra 4 millones de Lula. En Instagram, hablamos de 21 millones contra 7 millones. En TikTok, 2 millones contra 1 millón. Bolsonaro les debe muchísimo a las redes sociales. Además, algunas de ellas parecieran tener...

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