Mensaje en una botella (acuática)

"Algunas noticias tienen sustancia de leyenda." Lo pensé unos seis años atrás, cuando la información sobre un increíble hallazgo científico en la Puna circuló, veloz, por algún tiempo. Y lo vuelvo a pensar ahora, cuando en un pasaje de un documental que por estos días emite el canal Encuentro se menciona ese mismo hallazgo, realizado en una singular laguna salada -conocida como "ojo de mar", como para seguir alimentando la fibra mítica-, en las cercanías de la localidad salteña de Tolar Grande.

La serie documental se llama Aguas adentro e indaga, desde distintos abordajes, en los misterios de ese prodigio de simplicidad -dos átomos de hidrógeno, uno de oxígeno- sin el cual nada de lo que conocemos sería posible. En la emisión que vi recientemente, la bióloga María Eugenia Farías se acerca, junto al conductor del programa, al "ojo de mar" que hizo célebre a la diminuta Tolar Grande. Sumergidos en el paisaje duro y bello del Norte, respirando con esfuerzo el escaso oxígeno disponible en una región que supera los 3500 metros de altura sobre el nivel del mar, los dos llegan a una laguna que, si en la luna hubiera agua, merecería llamarse "lunar". Un piletón de agua cristalina y con cuatro veces la salinidad del mar, enmarcado por la onírica aridez de la zona y habitado por unas protuberancias extrañas, como abigarrados conjuntos de pedruscos blancos, que parecen postales de otro mundo.

Porque, de hecho, lo son. En esas superficies blancas laten seres muy primitivos: descendientes directos -y muy próximos, los más cercanos que podamos concebir- de aquel "caldo original" donde hace millones de años comenzó a gestarse esa experiencia decisiva, la vida. Pese a que por aquel entonces la Tierra no era más que un vasto escenario de actividad volcánica, pródiga en metales, carente de oxígeno y sin capa de ozono que atenuara la ferocidad de los rayos ultravioletas.

Preservados en la inmaculada lejanía de la Puna, los estromatolitos -tal es el nombre de los fósiles vivos que habitan esas aguas, descubiertos en 2009 por investigadores del Conicet- son anteriores a los dinosaurios y a muchas otras antiguas formas de vida; infinidad de veces tatarabuelos de todos los seres que hoy habitan el planeta. Pero tatarabuelos vivos. Que en la actualidad se dedican a hacer exactamente lo mismo que hacían en los épicos tiempos en que todo estaba por...

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