La memoria de la bailarina en la oscuridad

Es insólito cómo funciona la memoria: puede borrar por completo un hecho de la historia personal o registrarlo con un nivel de detalle apabullante, pero lo que más me inquieta es que el recuerdo edita lo ocurrido, separando los hechos de las emociones y ecualizando un poco más de una cosa y menos de la otra. Cuando se compone, así, el recuerdo -que ya no es el hecho, sino lo que queda de él-, ese proceso resulta una inquietante alquimia.La de Alicia Alonso, a sus casi 99 años, en La Habana, . Personalmente, volví a sentir la presencia del monumental personaje enfrente mío: el movimiento de sus manos de larguísimas uñas, la inclinación de su rostro como intentando capturar un haz de luz con la punta de la nariz, su hablar de voz grave, pausado pero terminante, y sobre todo eso, la autoridad que destilaba, me trasladó otra vez hasta una escena que recuerdo, como decía, editada. Por ejemplo: puedo ver sin necesidad de cerrar los ojos aquel salón de grandes dimensiones y rodeado de espejos en el que , aunque ya no sé bien con exactitud en dónde fue. En el centro del ambiente, invadido por la luz natural y sumido en un silencio de iglesia, tuve que recorrer varios metros hasta llegar a las dos sillas que estaban reservadas para nuestra conversación. Mi emoción era original: comprobé que tenía las mismas facciones que las bailarinas nacaradas de mi cajita musical.Esa tarde -¿o era de mañana? No lo sé: había sol, eso seguro- me transpiraban las manos y se me salían los ojos de la cara. ¿Qué busca con la mirada esta mujer de 85 años que, prácticamente ciega desde su juventud, hizo una carrera absolutamente extraordinaria sobre las puntas de sus pies, un recorrido de casi ocho décadas que ha generado admiración en todo el mundo? No se lo pregunté así, claro, no le dije "¿qué está buscando usted? ni ¿puede verme enfrente suyo al menos como una mancha?", pero sí quise sacarme la curiosidad y, sobre todo, comprender para poder transmitir qué sentía y cómo hizo para interpretar durante décadas títulos completos del repertorio de ballet y, luego, enseñarlos, marcar correcciones, crear un estilo, todo... sin ver.Puede ser que se haya ofendido. Eso le parece a mi recuerdo ahora. Por supuesto, no fui irrespetuosa ni tampoco vulneré su intimidad: sus serios problemas de visión la acompañaron desde el mismo momento que su debut con Giselle, en Nueva...

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