Mejorar el espectáculo, esa obsesión

Nada comparado con lo que se ve en las canchas del polo argentino en la Triple Corona, que ya se avecina (23 de septiembre, en Tortugas). Nada comparado con el Abierto de Palermo. Los torneos que se realizan entre enero y agosto por el mundo tienen un significado especial para el polista profesional porque son el sustento de su carrera, desde donde la mayoría trata de edificar su organización y consolidar el futuro. Pero el nivel deportivo en sí no tiene relación con lo que se juega en la Argentina: es otro polo. En jugadores, en caballos, en velocidad, en destrezas. Ahora bien, si todo es calidad, jerarquía, talento, ¿por qué se experimenta buscando cambios reglamentarios? ¿Lo bueno no es tan bueno como se dice?En los últimos tiempos hemos visto partidos deslucidos, con muchas infracciones, protestas por los referatos y hasta acciones peligrosas, producto de una excesiva vehemencia; lo peor de todo es que las cuestiones que afean el juego en sí se propagan en todos los niveles. ¡Si hay gente que se sorprende, y no gratamente, con las quejas y pedidos de foules desmedidos hasta en los torneos de chicos! Cíclicamente, el polo se reordena. Mediante sanciones y/o pequeños ajustes reglamentarios que, en rigor, realizan muchos deportes."No queremos cambiar reglas, sino que lo que se busca es mejorar el juego, aligerarlo. La única manera de ver si funcionan esas ideas es llevarlo a la práctica. Después evaluaremos con los jugadores si los cambios son viables o no", contaba anoche Francisco Dorignac, presidente de la Asociación Argentina de Polo. Modificaciones que se empezaron a probar ayer mismo en Palermo, en un partido del Abierto de San Jorge, con varios jugadores de alto handicap (ver Pág. 10). Y que como primer test arrojó más muecas de desconfianza que de...

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