Somos unos mediocres

El vuelo a Santiago despegó con un mínimo retraso. La atención de la aerolínea chilena era exquisita y la comida, estupenda. Barclays leía los periódicos en papel. Su esposa Silvia veía una película. La hija de ambos, Sol, once años, dormía en posición fetal, tan larga y espigada como era, debajo del plumón.

No habían sido días fáciles para la niña Sol Barclays. El sábado su madre Silvia la llevó a la fiesta de cumpleaños de una amiga del colegio, una niña brillante llamada Elena, que, a tan precoz edad, once años, ya hablaba mandarín, además de otras lenguas. Madre e hija quedaron impresionadas por la mansión frente al mar en que vivía la amiga Elena. Silvia pensó que podía pasar la tarde en aquella casa fabulosa, mientras las niñas jugaban en la piscina. Pero fue informada de que solo su hija Sol debía permanecer en la fiesta, pues las madres, mil disculpas, no estaban invitadas a quedarse. Silvia se retiró dignamente, condujo hasta un café y miró en su tableta el precio de la mansión donde su hija se encontraba jugando en la piscina. Había sido comprada recientemente en cuarenta y cinco millones de dólares. Pidió una copa de vino al camarero. Leyó que los padres de Elena, la amiga del colegio, dueños de aquella casa fabulosa, también habían comprado un ático en la ciudad de Nueva York. Habían pagado doscientos treinta millones de dólares, la propiedad más cara en la historia de la ciudad. Silvia Barclays bebió un sorbo de vino, tomó aire y comprendió que su hija Sol estaba jugando en la casa de una familia billonaria.

Horas más tarde, al volver a su casa en una pequeña isla cerca del centro de Miami, Silvia Barclays y su hija Sol tuvieron una discusión acalorada. Silvia amonestó a su hija Sol por decirle a Elena, la amiga cumpleañera del colegio, que era mimada, consentida. Spoiled fue la palabra que la niña Sol le dijo con picardía a su amiga del colegio. Pero Sol alegó en su defensa que la dijo con cariño, como jugando. Silvia sostuvo que la amiga del colegio no pareció tan contenta cuando Sol le dijo engreída. No dijo, no le pareció prudente dar cifras, lo que valía la casa donde su hija había pasado la tarde. Tampoco dijo que el padre de la amiga del colegio era uno de los hombres más ricos del país. La discusión escaló a tal punto que la niña Sol criticó a su madre porque, en su opinión, el regalo que le habían dado a la cumpleañera Elena era poca cosa, un tanto decepcionante. Llegando a la casa de sus padres, la niña Sol Barclays...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR