Medio siglo del Día de la Tierra

Hoy se cumplen 50 años de la primera celebración del Día de la Tierra, y, sin embargo, no habrá manifestaciones públicas, como sería de rigor. Por obra de una partícula patógena que solo podemos ver con un microscopio electrónico, una buena parte de la especie humana está confinada detrás de puertas, muros, barbijos, alcohol en gel y recelo.No veo ninguna señal apocalíptica en esta grotesca coincidencia, pero sí una lección. Aunque velar por el medio ambiente debería ser una de nuestras responsabilidades, medio siglo ha sido suficiente para demostrar que podemos cuidar la Tierra, pero, sobre todo, que estamos a su merced. Hoy, 22 de abril de 2020, ese hecho nos sonríe con sorna. Los custodios no podemos salir de nuestras casas. Alrededor, arriba y abajo, rotando sobre su eje mientras viaja alrededor de una pacífica estrella amarilla, el planeta continúa con su existencia, inmutable.Leo por allí que los cielos en algunas ciudades se ven ahora más límpidos y que ciertos animales han regresado a lugares en donde hacía mucho que no se los observaba. Vaya novedad. Una querida amiga mía me mandó ayer fotos de una bandada de jotes negros, enormes y circunspectos, que andaban buscando comida cerca de su jardín.Pero no es la idea. Este inesperado y distópico escenario al que nos ha arrojado la pandemia ya ha causado y seguirá causando una tragedia social de la que costará mucho recuperarse y que tiene pocos precedentes en el mundo moderno. No, no era la idea hace medio siglo y no lo es ahora. La Tierra sin los humanos ya no es la Tierra. Es un exoplaneta, es un lugar ajeno. Que vuelvan los jotes y las ranas no debe ser el resultado de que nosotros salimos de la ecuación. La cuestión es que 8000 millones de seres humanos podamos vivir en este planeta sin llevarlo a la bancarrota.Las respuestas para un desafío tan descomunal solo pueden encontrarse en nuestra inteligencia. Ningún otro ser vivo produce basura o contamina su ambiente hasta volverlo inviable. Excepto nosotros. Por eso, creo que tenemos que...

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