En medio del horror en España, un milagro

MADRID.- Teresita paró de llorar y su madre, Yésica Medina, volvió a sentarse con la beba en brazos a su asiento del vagón número dos. Lo siguiente que recuerda es un ruido de explosión, dos vueltas en el aire y un impacto tremendo.Cuando abrió los ojos, Teresita seguía con ella, protegida por su cuerpo. http://www.lanacion.com.ar/1605135-espana-accidente-del-tren-no-fue-por-un-fallo-del-sistema-de-alta-velocidaden Galicia. Pasaron unos segundos hasta que distinguió entre los gritos y el humo la voz de Daniel Castro, su marido. Estaba con Carlos, su otro hijo, de siete años.Yésica revive la historia con la bebita de 43 días en su regazo, al lado de Daniel y Carlos. Tienen poco más que rasguños: los cuatro son el retrato de http://www.lanacion.com.ar/tragedia-de-tren-en-espana-t49643, mientras más de 70 siguen internados con heridas de diversa gravedad."Todavía los miro y no puedo creer que estamos juntos", dice Yésica al otro lado de la línea, con voz suave que permite distinguir su origen venezolano.El relato de los fatídicos segundos en que los rodeó la muerte es entrecortado por la emoción. "Veníamos a toda velocidad. El vagón giró al menos dos veces en el aire", recuerda. Terminó estrellado contra el talud de hormigón que protegía las vías.Había fuego y sangre por todos lados. Daniel consiguió acercarse a su esposa en un tiempo que les cuesta precisar. Carlitos gritaba de dolor y, tal vez, de miedo. Su padre encontró un hueco abierto en el vagón, desgarrado como una lata de sardinas.Sacó primero a su hijo y lo dejó en las vías, en medio del desparramo. Volvió por la beba y se la dejó al chico en brazos. A Yésica logró sacarla en andas segundos después.La familia volvió a su casa de El Ferrol, que era el destino final del Alvia accidentado. Habían viajado a Madrid para llevar a los chicos al parque de atracciones Warner. Llegaron hace cuatro años a Galicia, a donde emigraron desde Caracas.No quieren hablar de lo que vieron al salir del tren. No hace falta: las imágenes escalofriantes de cadáveres desparramados, heridos ensangrentados deambulando por las vías y gente desesperada por rescatar sobrevivientes de entre un amasijo de hierros recorren el mundo desde hace tres días."Sólo puedo pensar en el momento en que me senté", dice la mujer...

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