Mauro Silva: 'Si había que tirarse de un tercer piso para ganar, Scaloni se tiraba primero'

Mauro Silva, dueño de mediocampo del Brasil campeón del mundo 1994, junto con Dunga, habla de Messi: "Menos mal que me jubilé antes y no hizo falta marcarlo, porque si me agarraba en el final de mi carrera, Messi acababa conmigo"

Se ríe apenas comienza a recordar la escena. Viaja al corazón del estadio Bernabéu. "De repente se monta un follón, un quilombo, y Raúl se enoja conmigo, pero en la raíz del problema estuvo Scaloni. Es que Leo le hace una entrada brutal, Raúl se cae por encima de Scaloni y cuando llego yo, también le entro. Entonces Raúl se enfada conmigo y se arma una tangana, se suma nuestro arquero, Molina, que había salido de la portería… pero el culpable de todo fue Leo…" Lo cuenta Mauro Silva, cómodamente sentado en su despacho de vicepresidente de la Federación paulista de fútbol a los 53 años. El brasileño Mauro Silva, dueño del mediocampo del Scratch campeón del mundo ‘94 en tándem con Dunga. El mismo Mauro Silva que en La Coruña tiene calle con su nombre, a cinco cuadras del estadio de Riazor. Porque Mauro Silva es una deidad en el club gallego. El jefe , la bandera, el referente de Lionel Scaloni durante tantas temporadas en Galicia.

Habla español con fluidez, incluso está lleno de muletillas. Aquel partido que cita no se trató de uno más. Fue la final de la Copa del Rey 2002, el bautizado ‘Centenariazo’, porque el fixture había establecido que la definición sería en la cancha de Rea Madrid… y justo Real llegó a la final en su cumpleaños 100. Pero La Coruña tenía otros planes, arruino la fiesta merengue y se llevó el trofeo. Mauro Silva y Scaloni jugaron ese día, y también cuando conquistaron la Liga y la Supercopa de España 2000, y otra Supercopa española en aquel 2002. Si Mauro Silva habla de Scaloni, le dirá Leo. Sí, Leo, el impetuoso y extrovertido muchacho que esa noche del Bernabéu consiguió que el plantel gallego celebrara el título en el único restaurante que podía tener tanta capacidad sin reserva: el que pensaba ocupar Real Madrid.

Scaloni y Mauro Silva, en los extremos de un festejo con Albert Luque, en aquellos dorados años de La Coruña; el argentino y el brasileño compartieron ocho temporadas en el club gallego y ganaron cuatro títulos

-¿Cómo lo recuerda a Scaloni?

-Leo contagiaba, contagiaba con su entusiasmo, con sus ganas de triunfar… Siempre noté en él a un hombre sencillo, de aquellos que le dan mucho valor a cada conquista. Él disfrutaba de cada logro, pero enseguida quería más. Quería que el Depor creciera. Leo contagiaba. No conocí a nadie más dispuesto a luchar para ganar que a Leo Scaloni. Él era capaz de cualquier cosa, de todo. ‘Leo, súbete hasta el tercer piso y arrójate que ganaremos’, pues Leo iba sin dudarlo un segundo. Era el primero en tirarse. Para mí, lo que hace la diferencia entre las personas es la actitud, y Leo dentro del campo, aun con sus limitaciones técnicas, siempre luchaba y peleaba como ninguno. Un compañero así es decisivo para empujar al resto. Para él no importaba que enfrente estuviese Real Madrid o Barcelona. Así ganamos seis títulos, jugamos cinco ediciones de la Champions, llegamos a la semi de una Champions… durante una década los números del Depor fueron impresionantes. Las personas que conquistan cosas en la vida son los que creen. Y Leo siempre creyó.

-¿Se hubiese imaginado que un día sería nominado como mejor entrenador del mundo?

-Hombre…, por esos años hubiese sido difícil imaginar esto. Pero aun así, me alegro mucho porque le tengo mucho cariño. Hemos conquistado juntos títulos importantes pero, sobre todo, yo le tengo mucho aprecio a la gente que lucha, que se entrega. Yo no conocí en el campo a otra persona con más lucha y entrega que Leo. Las conquistas en la vida no se logran sólo con técnica y con la cabeza, sino que es imprescindible el corazón también. Y Leo tiene un gran corazón, con...

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