Matías Lammens: 'Los hinchas de River y Boca me paran en la calle y me felicitan'

No se ríe. Al menos, no se ríe como casi todos los días. La simpatía la esconde cuando se entromete el San Lorenzo de hoy. El de ahora mismo. "Me preocupa el funcionamiento del equipo, las individualidades están bajas, los rendimientos son flojos. Estamos lejos de nuestro nivel, el que nos hizo campeones de América apenas dos meses atrás", suscribe. Firme, decidido. Más tarde, se relaja. Recupera la esperanza con una sonrisa renovada. "Pero ahora viene Boca. Y todos sabemos qué significa Boca para nosotros. En una semana hablamos, no te olvides...", pide Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo. El que verdaderamente pocos conocen. Dueño de una cadena de distribución de bebidas, en un cajón descansa el título de abogado. De 34 años, desprecia el mundo de etiquetas: "Hincha de San Lorenzo. Eso es lo que soy", advierte. Eso, en realidad, es lo que casi todo el mundo sabe. La invitación de hoy, en una charla profunda, en la oficina céntrica presidencial que se convierte en un paraíso terapéutico, es descubrir al hombre. Que se desnuda, a modo de metáfora, recorriendo los rincones de su intimidad.

-En estos dos años y medio en los que transformaste el club, ¿en qué te cambió la vida?

-Para mal, tengo menos tiempo para hacer cosas que me gustan. Antes jugaba al fútbol tres veces por semana, ahora, difícil. Es casi imposible encontrarme con amigos que no son de San Lorenzo, que son de toda la vida. Con mi familia, perdí los clásicos domingos a la noche. Me gusta mucho viajar y es difícil ahora; no me voy de vacaciones desde que llegué a San Lorenzo. Bueno, sí, una semana a Colombia en 2013 y nada más. Y lo más lindo es el cariño de la gente y el reconocimiento de los que no son de San Lorenzo; es lo más reconfortante. Los hinchas de River y Boca me paran en la calle y me felicitan. Me dicen: "Me gustaría tener dirigentes como ustedes...". En la calle me pasa seguido; cuando te reconocen los demás, es fuerte.

-¿Y en tu casa, en tu laburo?

-Delegué todo, no tengo más contacto con los proveedores. Los temas no los tengo tan encima. Extraño la cercanía con los empleados, sabía qué hacía, que no hacía cada uno, su historia familiar, y hoy me cuesta. Vivo a las corridas. Y en casa, trato de conservar el lugar. Mi mujer me banca mucho, si no, sería casi imposible.

-¿Cuántas veces te arrepentiste de ejercer el cargo?

-Pienso: "Qué estoy haciendo acá" cuando me siento un sapo de otro pozo. Cuando todos te señalan que es todo un negocio, que se perdió...

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