Una matemática que no existe

Era un amigo de la familia, de esos que con el tiempo pasan a ser un pariente más. Los más chicos lo adorábamos; los adultos lo invitaban a cuanta comida o asado se organizaba; y ahí llegaba él, botella de vino bajo el brazo, salidas divertidas y la palabra fácil de los que no conciben comenzar el día sin un café y el diario leído de principio a fin. Buen tipo, informado, inteligente, afable. Sin embargo, pensaba cada cosa.

Como aquella vez cuando todos se pusieron a hablar sobre el desempleo en Europa, y qué tristeza, y pobres los primos de España, con tanto joven en el paro. Entonces él lanzó la frase, su gran teoría sobre los padecimientos económicos del mundo. "El problema empezó con la Segunda Guerra Mundial -comenzó, solemne, ingenuamente orgulloso-. Como los hombres estaban en el frente, muchas mujeres entraron al mercado laboral. Pero no se fueron más, y por eso faltan puestos de trabajo. El desempleo se va a terminar cuando las mujeres regresen a casa."

No hablaba en broma. Se lo veía satisfecho, convencido de su sagacidad, seguro de estar viendo algo que al resto se le escapaba. En una familia en la que prevalecían las amas de casa, el comentario circuló, liviano, entre el tintineo de los cubitos de hielo, el aplauso para el asador, la siguiente ocurrencia de otro comensal.

Yo era chica y dudo que por esa época la palabra "machismo" integrara mi repertorio. Sólo recuerdo la sensación de repentino cortocircuito. Allí estaba esa suerte de tío postizo, imbuido de autoridad, diciendo algo que -herejía de las herejías- me sonaba a tremenda pavada. Y la consternación, la pregunta que asomaba pero no me animaba a formular: él me quería y quería a sus hijas; estaba descartado que todas íbamos a estudiar... ¿cómo encajaba eso con lo que acababa de decir? ¿Realmente creía -seguía preguntándome, algo mayor- que cuando una mujer ocupa un puesto laboral lo hace a costa de un hombre?

Pasó el tiempo y muchos de los que poblaban aquellas estruendosas mesas dejaron de estar, incluido el promotor del glorioso retorno de las mujeres a las cuatro paredes del hogar. Lo recordé hace unos días, no tanto por su fallida teoría...

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