Un Masters especial, modernizado y con varias frustraciones

AUGUSTA.- Cuando se empiece a comparar el Masters de 2017 con una visión más abarcativa de la historia que la que entrega ahora, con las emociones a flor de piel, lo primero que se escribirá será la conquista de Sergio García. Por siempre, se lo conocerá como el Major que le dio la oportunidad de consagrarse a uno de los jugadores por los que más interesada se mostró por años la opinión general.

Claramente, el "Masters de García" empieza ganando en la comparación con muchos otros por ser el del fin de la sequía del español, pero también lo será por algunos cambios, como el de la sala de prensa. Si bien no es vital para el desenvolvimiento del torneo ni para el confort del público, la construcción es lujosa y el ambiente, inmejorable.

Tanto orgullo tienen los miembros del Augusta National Golf Club que todo el tiempo grupos de no más de cinco visitantes ingresaban en el Working Arena llevados por una guía o por un socio con su saco verde. Los gestos de admiración eran continuos, junto con los comentarios. Una casa señorial por fuera y funcional por dentro, con las comodidades para que los medios, representados por más de mil cronistas, puedan comunicar todo acerca del primer Major del año.

La organización tiene como prioridad el orden. Las zonas delimitadas hacen que, por momentos, no se note que hay 100.000 personas observando a 94 jugadores que se desparraman por el campo, incluso en la superficie que el público pisó durante una semana y a pesar de que las concentraciones en los hoyos en los que juegan los ídolos podrían quedar desbordados.

En cuanto a los jugadores, al margen de García, el escaso protagonismo de algunos terminó siendo una decepción. Ricky Fowler y Jordan Spieth fueron dos de los cinco jugadores que igualaron el undécimo puesto. Fowler viene amagando con responder a toda la prensa a favor que tiene desde hace tiempo y dio la impresión de que estaría a la altura ahora, en especial porque llegó al domingo entre los cuatro punteros. La decepción fue por la caída abrupta en el momento en que se requiere consolidar lo hecho, porque firmó una tarjeta con 4 sobre el par, en la que constaban tres bogeys en los tres hoyos finales.

Jordan Spieth también estaba entre los mejores proyectos: es casi local en esta cancha y venía de ganar el campeonato en 2015 y de quedar segundo el año pasado, después de un cuádruple bogey en el 15. La vuelta final la hizo con Fowler, al que le preguntaron los medios cómo había resultado un vaticinio...

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