Martino debería ser obligatorio

Gerardo Martino se fue, se hartó. Una pena. Porque su presencia debería ser obligatoria, porque su discurso y sus actitudes sirven para descubrir desprolijidades y contradicciones de tantos mediocres que ocupan lugares centrales en el fútbol. El problema es que las personas como Martino luchan casi en soledad, y los grises se mueven en jauría. ¿Cuántos piensan como Martino? Muchos. ¿Cuántos salieron a respaldarlo? Ninguno. Un hombre contra el sistema, un Quijote moderno que pone en la superficie las decisiones más desconcertantes y arbitrarias, incluso algunas, hasta estúpidas.No abundan personas así. Sería gratificante no perderlas. Martino se acaba de marchar de Newell's orgulloso de la obra y los intérpretes. Pero insatisfecho, decepcionado del escenario donde le tocó actuar. "Me sacaron las ganas de dirigir acá. No voy a extrañar al fútbol argentino", señaló en la despedida, antes de abrir un descanso hasta fecha "indeterminada". El Tata es un constante formador de reflexiones que nunca se escondió en una mullida posición. Él es el dueño de un furioso veredicto sobre el fútbol local: "Es apocalíptico, histérico, tramposo, ventajero. Noto que se juega mal, pero tengo la sensación de que es lo que menos nos preocupa. Se desprecia la estética y el resultado disimula todo". Implacable.Hace tiempo que desde ciertos sectores de la prensa se critica la...

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