Martín Guzmán, el ministro que carga con los mayores problemas a resolver

Durante su discurso inaugural ante la Asamblea Legislativa, Alberto Fernández destinó menos de diez minutos para describir los números más dramáticos de la herencia socioeconómica de Mauricio Macri. Fue una factura abultada que no alteró el tono conciliador y moderado de su mensaje. Pero marcó una gran diferencia con su antecesor, que hace cuatro años había optado inexplicablemente por no hacer lo propio con los graves desequilibrios macroeconómicos recibidos de la gestión de Cristina Kirchner.Con esta divisoria de aguas, el joven ministro de Economía, Martín Guzmán, tendrá que enfrentar la mayor carga de problemas nuevos (y de arrastre), directa o indirectamente. No es una tarea envidiable. Menos con una economía en estanflación, mayor pobreza, deterioro del empleo y deuda al borde de otro default.La lista de prioridades presidenciales incluyó reactivar la economía, crear trabajo, luchar contra la pobreza y la insuficiencia alimentaria, reestructurar la deuda pública y articular un "contrato social" para mejorar el ingreso de los sectores más vulnerables, en simultáneo con la desindexación de precios y tarifas.Todo un desafío para un macroeconomista de neto perfil académico, sin experiencia en la función pública ni equipo propio de colaboradores. Aun así, todo hace presuponer que su formación lo llevará a calibrar los límites de una política fiscal más expansiva y dosificar la mayor emisión monetaria que vendrá (el gobierno de Macri ya emitió $190.000 millones en "adelantos" al Tesoro) para evitar males mayores. Entre ellos, ensanchar la brecha cambiaria y/o las expectativas inflacionarias.A fin de cuentas, Guzmán deberá subir o bajar el pulgar a los pedidos de otros 20 ministerios, claramente demandantes de gasto público. El respaldo político que obtenga de la Casa Rosada será clave para esta tarea, mientras se ocupa de refinanciar la deuda bajo la premisa de que "para poder pagar, primero hay que crecer". Alberto F. no solo reeditó la frase de Néstor Kirchner, sino que ahora diferenció voluntad y capacidad de pago y prometió no asumir compromisos "incumplibles".El único instrumento anunciado ayer en este sentido fue la confirmación de que prorrogará el presupuesto nacional de este año y que un nuevo proyecto para 2020 solo será tratado por el Congreso cuando se complete la renegociación de la deuda.Esta decisión tiene una doble lectura. Por un lado, obedece a la necesidad de reformular el presupuesto en función de la "raviolera" oficial...

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