Mario Bunge: 'Al ayudar a la memoria, Internet inhibe la creación, la invención de nuevas ideas'

Aficionado a los deportes en su juventud, la vida de Mario Bunge ofrece varias marcas que asombran, pero no en las pistas, sino en el terreno intelectual. A los 19 ya había fundado la Universidad Obrera Argentina. Graduado de físico en la Universidad Nacional de La Plata, más tarde escribió un tratado de filosofía en ocho tomos (Treatise on Basic Philosophy). Le concedieron diecinueve doctorados honoris causa y, en 1982, el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades. Se jubiló como profesor de la Universidad McGill a los 90, pero sigue tan activo como siempre: acaba de volver a Buenos Aires para presentar dentro de unos días una extensa autobiografía (Memorias. Entre dos mundos, Eudeba y Gedisa, 2014) en la que repasa su vida y su obra con el estilo ameno, directo y frontal que lo caracteriza.-Doctor Bunge, usted cuenta que su padre ensayó un método de crianza propio y que sus primos se referían a usted llamándolo "el experimento". ¿Encarar una autobiografía también fue para usted una suerte de experimento sobre la memoria?-Sí, fue sorprendente, porque creí que iba a ser muy difícil recordar y resultó que un recuerdo me traía otro, y de pronto me acordaba de cosas que creía absolutamente olvidadas. Las palabras me salían a borbotones. Y ahora, mientras preparo la versión en inglés, me estoy acordando de cosas nuevas y dándome cuenta de que cometí un par de errores al referirme a otra gente. Y que he confundido una vacación con otra... En cuanto me acuerdo de algo, voy corriendo y lo agrego.-La suya es una historia que se extiende a lo largo de casi un siglo. ¿Se basó en notas?-No, nada. El pequeño archivo que tenía lo doné hace algunos años a la Facultad de Ciencias. Nunca conservé cartas propias. No tenía tiempo.-¡Tiene una memoria prodigiosa! ¿Es de los que creen que los nuevos medios tecnológicos y, en particular, Internet conspiran contra nuestra capacidad de recordar?-No, al contrario, colaboran. Y eso es lo malo. Al ayudar a la memoria inhiben la creación, la invención de nuevas ideas. Fíjese en los adolescentes de hoy. Tienen más interacción por intermedio de estos instrumentos que cara a cara. Ya no se ven. Se abusa de eso y en las clases los chicos no prestan atención a los maestros, se la pasan mandando mensajes de texto. Eso ha desquiciado la educación: los chicos no participan en las clases. Claro, en parte es una reacción contra las clases formales, leídas, sobre todo en filosofía, en las que los alumnos no participan. Cuando yo estudiaba en...

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