El mar que nos une

Había que subirse a aquellos barcos. Quienes lo hacían eran de un estoicismo difícil de concebir en estos tiempos; para ellos, la vida no ofrecía más que una ruda sucesión de esfuerzos y trabajo.Aunque no resultaron ser los ingleses y europeos del Norte con los que soñaba Sarmiento, formaron parte del proyecto modernizador que la Generación del 80 impulsó a fines del siglo XIX y principios del XX. Fueron los del crisol de razas. Y los de la ley de residencia, también.Pienso en el bello título de una novela de Griselda Gambaro, El mar que nos trajo. Busco el libro y, como nunca, me convoca la foto que ilustra su última edición. Una familia de inmigrantes posa frente a una casa muy humilde hace casi un siglo. Italianos y españoles, en su mayoría, sabían que les estaba vedado el regreso a la tierra de origen. Los italianos convivían con un idioma desconocido. Los españoles aprendieron a resignarse a las inflexiones y ritmos que convertían el hablar de sus hijos en una lengua extranjera.Varias generaciones después, un nuevo tipo de inmigrantes llega de España. Su mundo es el de la...

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