El manual de estilo del kirchnerismo

La kirchnerología sostiene que un "gen suicida" convive con los gobernantes de los últimos años. Ese gen, dicen, se despierta, abrupto y maniático, cuando más vida política hay. La crisis del Gobierno con la prensa en los días recientes no tiene ninguna explicación racional, salvo que haya triunfado en el oficialismo el increíble propósito de arruinar su propia fiesta. Preexiste, sí, un viejo proyecto que se resume en la construcción de un periodismo unánimemente oficialista. Pero, ¿por qué forzaron justo ahora esa batalla? ¿Por qué lo hicieron el mismo día en que debían informar de un triunfo electoral de Cristina Kirchner superior al que había registrado el escrutinio provisional?

El manual de estilo del kirchnerismo es conocido. El primer paso es un duro ataque al periodismo por parte de un ministro que cuenta con la inconfundible confianza presidencial. En este caso, ese papel fue cumplido por el ministro del Interior, Florencio Randazzo, que acusó a La Nacion y a Clarín de haber creado un clima sobre irregularidades en las elecciones del 14 de agosto. La Nacion no publicó ninguna denuncia sobre anomalías electorales hasta que la jueza electoral de la Capital, María Servini de Cubría, informó que había abierto una urna y había encontrado 22 votos de Ricardo Alfonsín que no estaban consignados en el acta correspondiente.

La oposición sumó luego nuevas denuncias a esa constatación de la magistrada y otro juez electoral, Manuel Blanco, de la provincia de Buenos Aires, denunció que hubo en su distrito "graves irregularidades". La Nacion informó de ambas cosas. ¿Dónde estuvo el supuesto delito del periodismo? ¿Qué delito habría cometido la prensa, en cualquier caso, si la revelación de esas irregularidades hubiera sido el resultado de una investigación propia? ¿No son, acaso, esas revelaciones del periodismo las que producen vida y calidad en cualquier democracia avanzada del mundo? En el actual caso argentino, de todos modos, existió la denuncia de una importante instancia judicial antes que nada.

La propia jueza Servini de Cubría informó públicamente, cuando ya había estallado el escándalo de Randazzo, que el día de las elecciones descubrió a personas no habilitadas por la Justicia en los centros de votación. Llevaban una identificación con el nombre de la empresa Global TI; después podían leerse las siguientes dependencias: Presidencia de la Nación, Ministerio del Interior, Correo Argentino. Eran supuestos "orientadores electorales", pero...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR