De las manos de Perón a las misas del kirchnerismo

Alberto Fernández, en Luján, durante la misa por el ataque a Cristina Kirchner

Como señaló un escritor de la época, imaginar el Altar de la Patria (adonde preveían trasladar los restos de Juan Perón y de Evita) sobre la cloaca mayor de Buenos Aires es una perfecta metáfora de aquel tiempo de oprobio. Un adefesio patriotero cuyos cimientos -de los que nunca se pasó- fueron bendecidos por sacerdotes de una secta liderada por el propio José López Rega. El golpe de 1976 frustró la construcción de ese mausoleo y el dictador Videla ordenó depositar a Eva en la bóveda familiar de la Recoleta y a Perón en la suya de la Chacarita.

El féretro de Perón estaba protegido por láminas metálicas, doce cerraduras y un grueso cristal. Parecía inviolable. El 1º de julio de 1987, en pleno gobierno de Raúl Alfonsín, poco después de la sublevación de Semana Santa y antes de unas elecciones cruciales, apareció en las páginas policiales la noticia de que la tumba había sido profanada. Recién dos días después el gobierno admitió el robo de las dos manos del cadáver, del sable militar, de un anillo y de una poesía escrita por Isabel mientras estuvo presa: "… los pájaros trajeron tu voz/ confundida con sus trinos…". La veta literaria de la llamada rama femenina es muy ilustrativa de su audacia. Cuatro mensajes anónimos, dirigidos a Alfonsín, a Isabel, a la CGT y al Partido Justicialista, dieron cuenta de un pedido de rescate. Los presuntos ladrones pedían ocho millones de dólares para devolver las emblemáticas manos. Como prueba, mandaron junto con las cartas extorsivas trozos originales de la pieza poética isabelina. No pedían liberación de presos ni indultos, lo que en apariencia despolitizaba el caso. Las autoridades peronistas resolvieron no negociar con los secuestradores, pero el despliegue de historizaciones posteriores, como señala la investigadora Rosana Guber en un agudo ensayo, infunden a esa intransigencia una construcción de sentido.

Circularon las hipótesis más psicodélicas: que las manos servían para abrir una caja fuerte en Suiza que requería las impresiones digitales, que el anillo tenía grabado un código de acceso a una cuenta, que el rescate correspondía a un trabajo encomendado por Perón que permanecía impago o que la mutilación formaba parte de una ceremonia esotérica. Este crimen quedó impune y sin esclarecer, como la mayoría de los casos importantes en la Argentina.

Los actores políticos de la época condenaron el hecho, pero también lo...

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