En manos de las 'fuerzas del cielo'

Javier Milei y Juan Domingo Perón

Las "fuerzas del cielo" no fueron producto de un fenómeno sobrenatural sino de un exitoso sistema de guerra de guerrillas montado por los judíos en el año 167 antes de Cristo para resistir al poderoso imperio helenístico. La Revuelta de los Macabeos, a la que alude Javier Milei , puede entonces ser explicada menos como una batalla mística que como una eficiente estrategia militar. Es un ejemplo histórico -hay muchos- de cómo un puñado de personas astutamente dirigidas puede derrotar a un inmenso ejército de ocupación.

El asunto resulta nodal para explicar el increíble y solitario ascenso del anarcocapitalista y también la tremenda humillación que acaba de propinarle al peronismo hegemónico . Para preservar su autoestima, el kirchnerismo habría preferido caer frente a una coalición con larga experiencia, pero fue arrasado por un desconocido que hasta hace tres años no era más que un panelista de televisión, y a quien acompaña a lo sumo una armada Brancaleone .

Un diminuto partido exprés e improvisado sobre la marcha inflige la peor derrota al movimiento político más perenne e invulnerable de la historia de América Latina. Porque no se trató de un balotaje disputado voto a voto, sino de una temprana e inapelable paliza electoral , que abre un escenario incierto y lleno de novedades. Ni siquiera los espejos retrovisores sirven para vislumbrar el futuro.

Si Sergio Massa hubiera ganado este balotaje se habría convertido en una verdadera leyenda maquiavélica , puesto que guió a Javier Milei desde el inicio para que éste pudiera hacer pie en la política real, le garantizó cobertura mediática, le sugirió nombres para sus listas y le cuidó el voto en las primarias para destruir a la oposición más razonable: si al final de esta operación fulminaba al libertario, su épica pícara y oscura se comentaría por generaciones en los fogones militantes y las unidades básicas.

Pero Milei aceptó esos regalos y consejos, y también su rol destructivo, hasta que llegó la hora de enfrentar directamente a su antiguo tutor: fue entonces cuando el León giró y agradeció los recursos y las inesperadas recomendaciones del Gato , que jugó un decisivo papel de garante ante el electorado centrista que debía conquistar: al final el neófito se quedó con todo.

Después de semejante sorpresa, compañeros, habrá que comentar en las unidades básicas y los fogones militantes la historia mítica de cómo un dirigente bisoño, que nunca gobernó un kiosco...

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