Manejo del fuego: otro ataque a la propiedad privada

Con la excusa de una pretendida protección ambiental, se enmascara un nuevo y arbitrario avance, a todas luces confiscatorioEn los últimos días se han producido múltiples incendios que destruyeron miles de hectáreas en varias provincias. Se trata de hechos lamentables. En la de Buenos Aires, varias reservas han sido afectadas. En Córdoba han sufrido daños numerosas propiedades y fueron evacuadas decenas de personas. Los focos se repitieron en las islas del Delta del Paraná, en las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos. En otras del norte argentino la situación ha sido similar.Los orígenes son diversos: fogatas, cigarrillos mal apagados, preparación de áreas de pastoreo y siembra con fuego y casos en los que la quema tiene un interés puramente inmobiliario. Es cierto también que los factores climáticos -como la escasa humedad, la falta de lluvias, las temperaturas elevadas y los vientos fuertes- han incidido negativamente y han colaborado con la propagación de las llamas. Está comprobado que la sequía actual se encuentra entre las más graves de las últimas décadas.Como respuesta, el diputado , posiblemente asesorado por personas que desconocen el tema tanto como él, presentó velozmente un proyecto de ley para modificar la norma existente sobre manejo del fuego. La iniciativa no es más que una reacción intempestiva, caprichosa y -no es novedad- una nueva provocación contra el derecho de propiedad y contra el sector agrícola-ganadero. Su letra establece que "en caso de incendios, sean estos provocados o accidentales, se prohíbe por 30 o 60 años", según la zona afectada, "la realización de emprendimientos inmobiliarios; cualquier actividad agrícola que sea distinta del uso y destino que la superficie tuviera como habitual en el momento del incendio, y la modificación de uso de una superficie con el fin de desarrollar prácticas de agricultura intensiva, excepto en los casos en que dichas prácticas antecedan al evento".que no distingue entre incendios intencionales y accidentales, de manera que, sin razón alguna, criminaliza al propietario de la tierra sin siquiera probar su culpabilidad ni contemplar dónde se inició el fuego y si luego se extendió descontrolado, e impide la libre disponibilidad de la propiedad por un tiempo que es tan arbitrario como excesivo. Basta leer el proyecto para comprender el escaso conocimiento de las normas que regulan nuestros bosques y pastizales. La mínima razonabilidad que demuestran algunos aspectos confirma...

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