La actuación magistral de Cristina Kirchner

En un país en el que la ideología ha sido reemplazada por el relato, el discurso por el libreto y la gestualidad pública por el melodrama, es una pena que no se rinda sincero reconocimiento a la mejor actriz de la historia política argentina. Tal vez sea imprescindible para un estadista del ultramodernismo, en plena sociedad del espectáculo, esa vocación por la dramaturgia. Desdichadamente, no hay muchos actores dispuestos a arriesgar el trabajo y el prestigio para comentar las excepcionales dotes actorales de Cristina Kirchner. Nos quedamos entonces con dos profesionales que no le temen: Suar fue el primero en advertir que la Presidenta parecía una chica Pol-ka; Mirtha Legrand afirmó que era "una actriz frustrada". Ambos superaron la ironía proporcionando argumentaciones técnicas sobre el talento interpretativo de Cristina. Luego de once años en el poder todavía se discute en los cafés politizados de Buenos Aires si ella cree sinceramente en sus propios inventos, si compra la mercadería que fabrica y, en definitiva, si es una cínica o una creyente.El tema, lejos de agotarse, se reactivó esta semana cuando el telón se abrió demasiado pronto y la protagonista fue pescada fuera de su personaje. Sucedió en un vagón del Sarmiento, segundos antes de salir al aire, cuando les dijo a sus militantes: "¿Están todos ya ubicaditos? Miren que hay que hacer rápido, porque si no viene la próxima formación y nos lleva puestos". La frase fue tachada de desafortunada por los medios, que esta vez resultaron un tanto injustos: no se le puede dar carácter público a una expresión formulada entre bambalinas. Aunque es cierto que confirma la poca empatía presidencial con el dolor de las víctimas de Once y que su sonrisa divertida no se correspondía con la pudorosa reparación que intentaba. Pero ella regresó a tiempo a su tono elegíaco y a su heroísmo discursivo de siempre, y la función pareció encaminarse. La diferencia entre la persona real y el personaje quedaron, sin embargo, inmortalizados en ese lapso de cinco segundos, y en el contraste con la voz y las facciones abnegadas que le siguieron. "No miro mucho a los políticos porque son muy malos actores", dice la legendaria Nuria Espert. Eso es porque no ha tenido la oportunidad de seguir las intervenciones de Cristina ni experimentar desde la butaca del llano la teatralidad kirchnerista, la ficcionalización de anécdotas y guarismos, el rebautizo y el disfraz de medidas inconvenientes y una serie de hábiles puestas en escena...

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