Ser madre cuando no se terminó de ser hija

Según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación, en nuestro país, cada cinco minutos nace un bebe, hijo de una madre adolescente.

La gran mayoría de madres precoces viven en condiciones de pobreza, hecho que pone de manifiesto que esta no solo representa carecer de recursos materiales, sino también falta de acceso a la educación, ausencia de un entramado social que brinde contención temprana a las adolescentes, naturalización de la violencia de género en el seno familiar, ineficacia o falta de políticas públicas de prevención, inexistencia de bienes públicos de calidad, como centros de salud o de orientación al adolescente.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) llevó adelante hace un tiempo un estudio que revela que el 53% de las adolescentes que quedaron embarazadas no lo buscó y que un gran porcentaje de ellas se embarazó en su primera relación sexual. Una de las causas del extendido desconocimiento sobre este tema se debe a que la ley de educación sexual no se instrumenta en todas las escuelas del país.

En la actualidad, el contexto para revertir las estadísticas no es favorable en diversos aspectos. El apoyo y la contención familiares son fundamentales, pero un gran porcentaje de estos casos se da en familias desunidas o con problemas de violencia doméstica y abuso.

Las campañas de difusión para crear conciencia deberían realizarse en los ámbitos en los que los adolescentes actúan, empleando la estética adecuada para cada edad y público, y con contenidos expresados de manera familiar para los receptores, lo que exige campañas segmentadas y no masivas, como suele hacerse.

Pero la difusión no es suficiente. Debe complementarse con acciones y políticas públicas que abarquen el sistema educativo, el de salud y el familiar, además de llegar con elementos de prevención a los espacios de esparcimiento adonde concurren los adolescentes.

Otro dato para tener en cuenta es que, según varios informes, más de la mitad de las madres adolescentes abandonan los estudios. Esa deserción escolar tiene varias consecuencias, tanto para la madre como para el futuro de los niños. En las adolescentes, limita el futuro laboral, las expulsa de su ámbito natural y reduce la posibilidad de establecer vínculos con sus pares, eliminando la base de acceso a oportunidades como, por ejemplo, una adecuada formación. En los niños, en tanto, las estimulaciones tempranas y los incentivos para el desarrollo que reciban serán muy limitados porque las...

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