Macri no debe olvidar por qué ganó en 2015

Primero fue el acuerdo judicial entre el Correo Argentino y el Estado por la deuda de la empresa. Después, el retoque en el porcentaje de aumento de las jubilaciones. Los cimbronazos políticos de los últimos días dicen mucho acerca de la oposición, pero más todavía del Gobierno, que paga un costo grande e innecesario por no acabar de entender ciertas cuestiones cruciales que explican su éxito electoral de 2015 y que deberían resultar, de cara a los ciudadanos, la garantía de su credibilidad.

Estalló esta semana, pero el problema viene de lejos. Aquel discurso de marzo pasado con el que Macri abrió las sesiones del Congreso dejó en evidencia que había en el Gobierno una tensión entre dos elementos en apariencia contradictorios: la buena onda y la verdad. Quizá por influjo del gurú al que se le concede buena parte del mérito electoral, con el tiempo el equipo de gobierno se fue inclinando por la buena onda mientras muchas cosas se dejaban de llamar por su nombre, empezando por la crisis terminal en la que el kirchnerismo sumió al país. La buena voluntad puede resultar traicionera. Por ejemplo, cuando refleja falta de carácter y te aleja de la realidad, que suele ser áspera y compleja. Puede que el Gobierno tenga un déficit de comunicación. Pero hay un déficit previo que está en la actitud, en el modo de ver y enfrentar los desafíos de la realidad, que en principio no es como uno desea o quiere, sino como es.

El lío con la deuda del Correo debería servir al menos para recordarle al Gobierno las razones por las cuales llegó al poder. "Éste no es un gobierno corrupto. Éste no es un acto de corrupción", dijo Ernesto Sanz, uno de los principales artífices de la coalición gobernante y una voz respetada. Puede no serlo, pero el problema es que luce mal, y por una razón simple: el acuerdo con que el Estado revisa la deuda de una empresa que tiene por accionistas al padre, los hermanos y los hijos del Presidente siempre va a lucir mal. No se puede estar a ambos lados del mostrador. No al menos sin dar previo aviso a toda la sociedad y someter el delicado acuerdo, por ejemplo, a un escrutinio especial ad hoc. Lo contrario es regalarle un penal a una oposición sedienta de sangre y pedir demasiado a un pueblo que aprendió, con toda razón, a desconfiar de los que mandan.

El Gobierno debería entender que la mayoría de los argentinos están empachados de la corrupción de los políticos y se brotan frente cualquier hecho que parece turbio, igual que un...

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