Macri, entre el apriete y el ajuste

Pablo Moyano llegó ayer a la Plaza de Mayo con una advertencia al Gobierno. "Tiene que tomar nota de que las marchas son cada vez más multitudinarias", dijo a las cámaras de TN, a las que aprovechó para quejarse de que su sindicato deberá esperar dos semanas para tener una reunión con funcionarios oficiales. "Esa es la importancia que nos dan. Vamos a salir a la calle para pelear por el salario que se merece un camionero". Venía en realidad de una semana interna agitada: se está contactando con varios gremios para conformar una lista con la que, probablemente junto con Sergio Palazzo y Juan Carlos Schmid, espera competir en agosto para la conducción de la CGT.

La crisis cambiaria trastocó todo. Apura en primer lugar al triunvirato de la CGT, que hasta ahora venía cultivando el diálogo con la Casa Rosada, y despertó al peronismo entero, que se empezó a ilusionar con 2019. En la madrugada del jueves, durante la discusión por la ley de congelamiento tarifario que Macri vetó, Miguel Pichetto deslizó un mensaje parecido al de Moyano. "¿No saben que estamos en el límite de la tolerancia social desde el aumento de tarifas?", dijo, y le reprochó al oficialismo no haber intentado un acuerdo con el PJ después del triunfo de octubre en las urnas: "Yo no creo que puedan solos". Momentos antes, Cristina Kirchner había sido bastante menos sutil para defender el mismo proyecto, que impulsó Sergio Massa: "No me parece tan irresponsable -dijo dirigiéndose a Gabriela Michetti, que presidía la sesión-. Al contrario: le puedo asegurar que, en materia de armonía social, en materia de que las cosas no se salgan de madre, creo que sería aconsejable que lo tomaran en cuenta".

La expresidenta se había autoimpuesto silencio desde que empezó esta crisis. Que haya vuelto a exponerse indica que supone que es mayor el costo que pagará el Gobierno que el beneficio que ella podría infligirle apareciendo. Incluso de modo provocador, y adentrándose en una cuestión que no solo es medular en la herencia económica, sino uno de sus fracasos administrativos más evidentes: la energía. No hay, a diferencia de lo que ocurre con otras ramas de la economía, un solo especialista del sector que sea capaz de elogiar aquella gestión que acabó perdiendo el autoabastecimiento en 2010 y que, si se contrastan recursos recibidos versus calidad de suministro, sea probablemente la peor de la historia en la materia.

Pero Macri ya no puede perder el tiempo hurgando primeras causas: parte de sus...

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