Una luz en Ciudad Oculta: la fotografía como medio de cambio

Juana tiene 5 años. Ernesto, 43. Y aquella pareja con la curiosidad más ágil que sus piernas ronda los 80. Todos están de vacaciones en la playa. Y, aunque no lo hayan conversado entre ellos, porque sencillamente no tienen la confianza para hacerlo, están fascinados con la muestra de arte que colgaron los primeros días de este mes en el living del Viejo Hotel Ostende, frente a los sillones preferidos de sus huéspedes lectores.

Los 17 dípticos de Pequeños Fotógrafos, Grandes Ilustradores capturan la atención de todos; también de los foráneos que a la hora de la siesta cruzan esos pasillos para visitar la habitación donde Saint Exupéry se alojó dos veranos a principios del siglo pasado. En estos matrimonios visuales, la primera pieza, siempre, es una foto sacada por un chico de la Fundación PH15, en cuyos talleres niños y adolescentes de comunidades y barrios vulnerables aprenden fotografía (y algunas cosas más); la segunda obra, siempre también, es la lectura que un ilustrador profesional solidario con la causa hace de aquella. Así, además de un panorama lúdico de la infancia -que va de la Pelopincho a la torta del cumpleaños- aparecen el barrio y la escuela. Lo que se manifiesta es el entorno cotidiano de estos autores que sueñan con crecer. como fotógrafos.

Entre ellos está Leticia Figueredo, flamante egresada de PH15 tras completar la formación de tres años: el primero puramente expresivo, el segundo técnico y el tercero ligado a la edición del material. A sus 16, dice con la voz en jaque por la emoción: "El taller fue parte de mi vida; me enseñaron muchas cosas, que no voy a olvidar. Aprendí, por ejemplo, que uno puede realizar sus sueños a través de fotos. Lo que más me gustaría es viajar por el mundo con una cámara", asegura en su casa de Ciudad Oculta, donde la fundación se creó y mantiene con continuidad un trabajo iniciado en el umbral del 2000.

"Uno puede percibir, desde una simple foto, todo lo que nos podría separar: contexto, historia, sueños, realidades. Y esa misma distancia se achica cuando se nos vincula desde el afecto genuino y las intenciones nítidas. El arte, el artista, puede hablar también en ese idioma. Supongo que a veces este tipo de invitaciones son intercambios sencillos de generosidad. Nos regalan confianza y nos brindamos en transparencia", reflexiona el ilustrador Pablo Bernasconi, participante de este proyecto que crece con el paso del tiempo en tamaño y lenguajes: ahora mismo, de hecho, trabajan para sumarle...

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