Un lugar donde morir

He aquí una imagen universal. Podría haber sido tomada en cualquier barriada de las que crecen alrededor de las grandes urbes. El potrero ha devenido un espacio mítico que no conoce fronteras. Cuando la pelota empieza a rodar, no importa en qué hemisferio, todos hablan el mismo idioma, el del honor y la gloria. Aquí los jugadores siguen como hipnotizados la trayectoria del balón, que en apariencia se ha metido en el ángulo tras burlar el esfuerzo del arquero. El tiempo se ha detenido. Lo detuvo ese zapatazo que lo definió todo antes, en el momento del impacto. Lo que aguardan todos es la consumación que antecede al grito...

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