La lucha de un adolescente por llevar el apellido de sus padres adoptivos

Joaquín en la habitación que lo vio crecer

Nanci Giraudo y Enrique Farré se conocieron un 21 de septiembre a los 18 años en un baile del día del estudiante, en Rufino, una ciudad de Santa Fe. Joaquín Patricio Miranda nació el mismo día, sólo que varios años después, en Luján, Provincia de Buenos Aires. Nanci y Enrique son de River. Joaquín es de Boca. Sus miradas se encontraron por primera vez hace 11 años y, según cuentan, fue amor a primera vista. "Cuando nos vio se le cayó una lágrima", dice Enrique en diálogo con LA NACION.

Por un lado estaba la historia de un matrimonio que decidió adoptar hace más de 15 años; por otra, estaba la de Joaquín, un niño que nació en Lujan con una madre que no podía hacerse cargo, y una abuela del corazón, Estela, que lo cuidó hasta que el cuerpo se lo permitió. Joaquín entró en el sistema de adopción cuando su abuela estaba muy enferma y la vida quiso que su historia se uniera con la de Nanci y Enrique. Hoy, junto con Rocío, una niña de 4 años adoptada a los 5 meses de vida, forman una familia que lucha por la identidad y el derecho de los niños de llevar el apellido de sus padres.

Quiero ser Joaquín Farré Giraudo: que me reconozcan por mi nombre

"De esto no hay retorno. Hoy él reclama por nosotros", dice Nanci. Hasta hace un tiempo, el expediente de Joaquín había dado vueltas por todo el país. Fue de juzgado a juzgado, el camión que lo estaba trasladando sufrió un robo, tuvo que ser reconstruido, y fue revisado por más personas que lo que les hubiese gustado. Pero hoy, a partir de las reformas del Código Civil, la historia es otra. Joaquín tiene 14 años y el nuevo Código permite que niños mayores a 10 años sean sujetos de derecho. Su abogado, Andrés Gil Dominguez, lo patrocina en la causa por la adopción plena: "Quiero ser Joaquín Farré Giraudo: que me reconozcan por mi nombre", confía Joaquín en diálogo con LA NACION.

"¡Tengo mamá y papá!", exclamó el pequeño cuando fue al pediatra por primera vez con sus padres adoptivos. "Papá", le dijo a Enrique a los 10 minutos de haberlo conocido. No necesitó de un proceso largo de adaptación para darse cuenta de que sus vidas estaban destinadas a unirse en ese momento.

La adopción fue progresiva. Los primeros encuentros fueron cortos, con asistentes sociales de por medio. "Él muy rápido quiso conocer nuestra casa. La trabajadora social dijo que sí y lo trajimos a tomar la merienda, pero después no se quería ir", recuerda Farré, mientras se le...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR