Lohengrin

Lohengrin: de Richard Wagner / Con: John Horton Murria (Lohengrin), Ann Petersen ( Elsa), Kurt Rydl (El Rey Enrique I), James Johnson (Friedrich de Telramud), Janina Baechle (Ortrude), Gustavo Feulien / Director musical: Ira Levin / Regisseur, escenografo e iluminacion: Roberto Oswald / Vestuario: Anibal Lapiz / Director coro de niños: Cesar Bustamente / Director coro estable: Peter Burian / Sala: Teatro Colon. Nuestra opinión: bueno.Existen por lo menos dos posibilidades de entender la acción de Lohengrin: la primera, en una "suspensión de la incredulidad", como sucesión de hechos fantásticos; la segunda, como un largo y profuso ensueño de Elsa, del que despierta repentinamente en el final. En este caso, se solapan el märchen, esa variedad alemana del cuento de hadas, con el resto diurno, confirmación de lo real. Después de todo, Wagner definió la obra como "ópera romántica", y el personaje podría ser tan onírico como la flor azul del poeta Novalis. La inmaterialidad del preludio conectaría sin interferencias con la inmaterialidad de lo soñado.En las notas de programa, el régisseur Roberto Oswald explica que optó por esta última posibilidad. La puesta se ocupó de puntearla visualmente, con una tenue luz violácea que brilla por primera vez cuando Elsa canta "Einsam in trüben Tagen?" y se reitera, casi como motivo recurrente, en otros momentos. Hay en general una voluntad de abstracción que queda a veces a medio camino, por ejemplo en la representación del cisne: proyección que no era ni del todo abstracta ni del todo delineada. Muy logrado fue en cambio todo el segundo acto, con la lenta transformación de la noche en día y la luz de la catedral. Sin duda, la ensoñación es una posibilidad lícita, pero es inevitable que, si se la sigue, la tragedia se diluya...