Un local diminuto y una ventana: el negocio gastronómico que apuesta a un producto de calidad y prolifera por los barrios

Álvaro, Arturo, Río, Tito y Tango son algunos de los clientes más fieles que tiene el café Demente desde que abrió hace poco más de un año, en Núñez . Pasan casi siempre a primera hora de la mañana, apenas Demente abre su ventana, y mientras sus dueños se piden un café para llevar, ellos reclaman sus galletitas, especialmente preparadas para mascotas. "Creo que sabemos más los nombres de los perros que de muchos de nuestros clientes", dice sonriente Victoria Poggi, que tiene 33 años y es arquitecta, bailarina y cocinera, y que luego de la pandemia se puso como objetivo tener un proyecto relacionado con la gastronomía.

Así nació Demente, un local de apenas 35 m² y una ventana para el expendio de sus productos que se transformó rápidamente en un hit del barrio. Tanto que cuando se cumplió el primer aniversario, los vecinos le cedieron a Victoria el espacio de vereda de los frentes de sus casas -con sillas y reposeras incluidas- para festejar todos juntos, en una jornada que se extendió hasta las 2 de la madrugada.

Victoria Poggi, de 33 años, es la dueña de Demente

Los café ventana ya no son una novedad . Hay por todos los barrios. Algunos pocos nacieron antes de la pandemia, se multiplicaron durante el período de aislamiento y ahora se extendieron por todos los barrios. El modelo de negocio, dicen sus dueños, es atractivo, y las claves se sostienen en un servicio ágil pero con un producto de primera calidad ; bajo costo de personal ya que puede ser atendido por una o dos personas y un alquiler más económico que el de un local tradicional , donde hay mozos, vajilla que se retira de las mesas y tiempos de espera más largos. Además, coinciden los que están al mando de este tipo de barras, en la mayoría de estos lugares se respira un aire de comunidad, una relación más casual y cercana entre los que están de un lado y del otro de la ventana.

Demente abrió hace menos de un año en Núñez

"Previo a la apertura la gente que pasaba por la puerta me veía trabajando en la obra, cortando maderas, porcelanato o con el rodillo a la par de los pintores. Metí mucha mano en el local, y después cuando ya estaba funcionando los vecinos me decían: ‘Che, vos sos la que la semana pasada estaba cortando madera’ -cuenta Victoria-. Me conocen desde el inicio, y a través de la ventana se puede ver que todo lo que vendemos lo hacemos acá. No hay nada que no sea de elaboración propia. Y el café es de especialidad, nuestro proveedor es Puerto Blest".

Demente ganó espacio...

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