'Nada llenaba el vacío': empezó a consumir de chico y a los 16 vendía cocaína, hasta que una propuesta inesperada lo llevó a cambiar de vida

Emanuel hoy tiene 17 años.

Hubo un día en que Emanuel pensó que ahí nomás se terminaba todo. Cara o cruz. Cárcel o cementerio. Vendían droga con su compañero, otro chico de su edad, en una casilla que habían "chapeado" como un kiosquito. La policía tocó la puerta . Se quedó inmóvil, silencioso como un pensamiento, con el corazón latiendo en las sienes. Algún vecino, alguien, había cantado. Algún patrullero, cualquiera, acudió al llamado. Los adolescentes se prepararon para lo peor. Pero lo peor no siempre pasa. La puerta sonó. Ellos no respondieron. La policía se fue. Emanuel tenía 16 años y se preguntó cómo había llegado a ese punto: a la droga, a la casilla, a la policía tocando la puerta.

Había empezado a consumir a los 12 , cuando cambió casa por calle porque en su familia "los problemas eran demasiados". Probó un porro y arrancó a fumar todos los días. Al tiempito, "a tomar merca, a consumir ‘creapy’, ‘nevados’ (cigarrillos "armados con marihuana y merca") , pastillas, y hasta a jalar pegamento un par de veces" , detalla. "Me quedaba en la calle a dormir. Teníamos una casita donde hacíamos fuego y nos juntábamos entre todos los pibes: éramos una banda".

Hubo un día en que le hicieron la propuesta de trabajar en el "kiosquito". "Estábamos donde ranchábamos y de un momento para el otro llegamos a esa. Un amigo tenía parentela que vendía por parte de su novia, le ofrecieron trabajar ahí y empezamos. A veces estábamos las 24 horas. Teníamos que vender la cocaína y yo estaba con el arma mirando la jugada, que ninguno que se mande alguna ".

Cuando Emanuel supo que eso no era vida, un hermano mayor le habló de un lugar donde "podían ayudarlo". Se acercó al Hogar Madre Teresa, un centro de día para niñas, niños y adolescentes de hasta 17 años ubicado en la villa 31 de Retiro. Cuando llegó, casi no hablaba y estaba tan flaco que no podía ni jugar al fútbol. Cuando llegó pensó que si se quedaba podía cambiar todo. Volver a la escuela. Empezar de cero.

−¿Cómo hiciste el click?

−Me cansé de drogarme, de hacer maldades en la calle, de golpearme, de todo eso. Sentí que nada llenaba el vacío. Un día estaba durmiendo, me levanté de repente y me puse a pensar: ‘¿por qué lo estoy haciendo? Yo puedo con esto: no puedo dejar que me ganen estos pensamientos’.

Como casi todas las tardes, en esta en la que conversa con LA NACION está en Madre Teresa, que forma parte de la Familia Grande del Hogar de Cristo, la obra de la Iglesia Católica que cumplió 15 años...

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