Literatura como una casa

Roberto Bolaño

Podemos llamarlas modas, o pensarlas como variaciones en la cotización de la bolsa de valores literaria. En los 80, a la salida de la dictadura militar, lo que predominó fue el realismo y cierta relevancia del testimonio. En los 90 el mapa se dividió entre la experimentación y el costumbrismo. Desde mediados del 2000 se impuso la escritura autobiográfica y su consecuencia, la denominada "literatura del yo". Y en los últimos años asistimos al desembarco de lo que podríamos llamar una "literatura temática", que es la forma en que la agenda social y política logró penetrar en la ficción de la peor manera: convirtiendo a sus tramas en temas.

Tematizar tiene una ventaja: logra hacer de los libros una mercancía fácilmente reconocible (es decir, vendible), eliminando su carácter abierto e inestable, propiedades que permiten diferenciar a una novela de, digamos, un yogurt. Y así es como hoy tenemos una literatura sobre la maternidad (o la paternidad), una literatura sobre abusos y violencias, una literatura ecológica, una literatura que da cuenta de la lucha feminista. Son mareas que van y vienen. La culpa no es de los lectores, claro, ni de los editores, que de alguna manera deben ganarse la vida, sino de los autores que se entregan a satisfacer estas demandas. ¿Cómo podríamos aplicar esta taxonomía a algunos de nuestros más grandes escritores? ¿Borges, una literatura metafísica? ¿Arlt y una literatura del complot? ¿Puig o una literatura del chisme?

El chileno Roberto Bolaño , probablemente el autor más leído de la literatura en castellano entre fines del siglo XX y principios del XXI, supo mantenerse al margen de estos vaivenes. No sabemos qué hubiera opinado de la situación actual: su temprana muerte en 2003, de la que se cumplen veinte años, lo convirtió en mito. Los libros de Bolaño, curiosamente, fueron considerados una "literatura de escritores", ya que muchos de sus personajes escriben, o son poetas, o asisten a talleres literarios. No es extraño: para él mismo parecía no haber cosas más importantes que leer y escribir.

Diez años atrás el Centro...

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