Los liderazgos irresponsables agudizan la crisis global

Los hechos de la última semana permiten comprender con nitidez los trazos lamentables de un sistema internacional en proceso de descomposición. Por una lado, tuvo lugar en Madrid una cumbre sobre cambio climático cuyos resultados concretos, totalmente irrelevantes, obligan a cuestionar su misma realización. ¿Cuántas emisiones de dióxido de carbono fueron necesarias para que esa congregación de burócratas globales se aburrieran a sí mismos fingiendo que escuchaban discursos tan huecos como pletóricos de conceptos políticamente correctos?

Paralelamente, Trump anunció la imposición de aranceles a la importación de acero y aluminio de la Argentina y de Brasil para compensar la "manipulación de monedas": las devaluaciones que vienen sufriendo ambos países. Como EE.UU. emite dólares que el mundo demanda como reserva de valor, muchos líderes norteamericanos ignoran que la mayoría de las naciones no pueden darse el lujo de manipular sus monedas, sino que son sus ciudadanos (y los mercados) los que se desprenden de ellas por desconfianza frente a los desequilibrios macroeconómicos que generan sus gobernantes. Por ejemplo, al acumular déficits fiscales significativos (gastan demasiado y/o reducen impuestos para favorecer a grupos de interés) y al vulnerar la independencia de los bancos centrales. Trump hizo ambas cosas. Lo segundo casi a diario. Puede que cuando los norteamericanos adviertan las consecuencias sea demasiado tarde. Como con el cambio climático.

Los mecanismos que explican ambos círculos viciosos también son similares: los costos de detener la inercia son percibidos como demasiado altos, en particular en términos económicos y electorales. Se requieren numerosos sacrificios tangibles, inmediatos y que afectan intereses particulares para obtener beneficios intangibles, de mediano y largo plazo, y que apuntan al interés general. Un mal negocio político. Por eso son tan difíciles de frenar las bolas de nieve una vez que están lanzadas.

Un legendario speaker de la Cámara de Representantes norteamericana entre 1977 y 1987, Tip O'Neill, sagaz político de Boston, inmortalizó un concepto que permite comprender la lógica de las sanciones comerciales que anunció Trump: "Toda política es local". Siempre existen factores de naturaleza doméstica que, al menos en parte, explican las decisiones públicas, en especial las de política exterior. La guerra comercial con China se encuadra en la puja estratégica entre dos grandes potencias. Genera conmoción...

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