Más que libros: por primera vez, la casa de Sabato se abrirá al público

El olor a pintura fresca no podrá sustituir el recuerdo del aroma al chocolate caliente que cada 24 de junio Ernesto Sabato compartía con familiares y amigos en su casa de Santos Lugares.La centenaria casona que atesora la biblioteca del autor de El túnel y otras novelas que lo llevaron a obtener el Premio Cervantes reabrirá por primera vez sus puertas para mostrar las áreas restauradas. "Los libros de la biblioteca están en el último orden en el que los dejó el abuelo", cuenta a LA NACION la arquitecta Luciana Sabato, hija del cineasta Mario Sabato. Lleva el peso más delicado de la recuperación de la casa de Severino Langeri 3135.A principios del siglo pasado, allí funcionó un estudio de cine y el escritor brasileño Jorge Amado la ocupó durante su exilio, un par de años antes de que la familia Sabato se instalara definitivamente.La casa en la que el escritor vivió desde 1945 y en la que murió pocas semanas antes de cumplir cien años, el 30 de abril de 2011, recupera lentamente su esplendor.Fueron muy difíciles los últimos años de vida de Sabato y la estructura edilicia se deterioró hasta niveles impensados. Casi todos los techos estaban arruinados, y el bucólico jardín, en el que vuelve a verse una glorieta, había quedado atrapado debajo de un sinfín de enredaderas.Desde la vereda vuelve a verse el frente de la casa, pintado en blanco y amarillo, el último color que se le conoció en vida de Ernesto Sabato.Sabato había nacido el 24 de junio de 1911 en Rojas, provincia de Buenos Aires. El Club Defensores de Santos Lugares, ubicado justo en la vereda de enfrente, lo recuerda con una exposición de fotografías en la biblioteca pública que lleva el nombre del escritor y presidente de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep).Durante la visita de LA NACION, la semana última Mario Sabato y su hija Luciana desgranaron recuerdos y anécdotas. Y revelaron el anhelo de que la casa forme parte del circuito de museos que se desarrolla en la ciudad de Buenos Aires."Santos Lugares parece lejos, pero está tan cerca de la ciudad, a pocas cuadras de la General Paz y de la estación Santos Lugares del ferrocarril [San Martín]", se entusiasmó Luciana, una de las nietas que más disfrutaron esa casa durante su niñez."El primer estante, casi en el piso, junto a la ventana, es el de los libros cómicos. El que más nos hacía reír era El nuevo método del doctor Ollendorff para aprender un idioma, adaptado al alemán. Papá lo tomaba y leía distintos diálogos, que...

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