La ley de la ciencia… y de la economía

A pesar de la siempre abrumadora coyuntura, cada tanto la política argentina encuentra un huequito para dar un paso importante para nuestro futuro. Días atrás el Congreso Nacional dio uno: aprobó con amplia mayoría la ley de financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. La norma establece un incremento progresivo de la inversión pública en investigaciones científicas y desarrollos tecnológicos (I+D) ligado al PBI, llevándola desde un 0,28% del PBI en 2021 hasta el 1% en 2032; Referencia: en 2019 esta inversión fue de 0,21% PBI, y tuvo su pico de 0,46% PBI en 2015.Podemos pensar que con esta ley se resuelve positivamente el largo debate sobre si debemos o no invertir en ciencia y tecnología de manera planificada. Una excelente noticia. Sin este paso, necesario pero no suficiente,El planeamiento presupuestario definido por la nueva ley es importante por dos motivos. Primero, su proyección de 11 años es compatible con los proyectos de I+D. Proyectos cortos requieren unos años; ejemplos: validar una hipótesis sobre el mecanismo de una enfermedad, o modernizar una línea de producción. Proyectos más ambiciosos requieren una década o más; ejemplos: diseño, fabricación, aprobación e instalación de radares (Invap), o desarrollo, aprobación y comercialización de una nueva semilla (trigo resistente a la sequía del Conicet y la Universidad del Litoral).En segundo lugar, la ley establece una velocidad de incremento de la inversión. Para progresar, la Argentina necesita generar conocimiento e innovaciones a una cierta velocidad, superior a la que marcan los líderes. Se trata de una carrera por la economía global. Cada año, el mercado internacional se nutre de nuevos productos y servicios que apuntan a mejorar nuestra calidad de vida en todos sus aspectos: salud, alimentación, educación, vivienda, transporte, trabajo, comunicaciones, entretenimiento, etc. Estos nuevos productos y servicios se consumen en todo el mundo, pero se generan en abrumadora mayoría en los países desarrollados. Esto es así porque esos países son lo que cuentan con la capacidad de innovación. Para sostener su potencia económica, los países desarrollados invierten cada año una fracción mayor de sus PBI en I+D. El ritmo de este avance puede medirse. Los datos del Banco Mundial o Unesco muestran que, en promedio, los países desarrollados invierten cada año un 0,03 %PBI más que el año anterior. Esa es la velocidad promedio de los líderes: Estados Unidos va al 0,02...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR