De los lectores: cartas & mails

Cruzó una líneaSeñor presidente: usted se ha venido, como dice el paisano, con el cuchillo bajo el poncho. En su plataforma no proponía abrir la discusión por el aborto ni incentivar la perspectiva de género en las escuelas. Me ha decepcionado. No me interesa, aquí, analizar su política económica. Usted ha cruzado la línea de lo que -por lo menos para mí- es moralmente permisible. No sé si la Argentina es -o ha sido alguna vez- una nación católica. Puede que este sea un mito de nuestra historia. Pero la Argentina es (y sépalo: siempre será) un país con católicos. Y los católicos -cada uno de ellos- poseen un poder: el de elegir, cada dos años, una boleta e introducirla en una urna. Yo no sé qué harán los otros católicos. Pero yo no voy a votarlo nunca más, señor Presidente. Solo quería que lo supiera.Juan Martín MolinariDNI 18.553.810Ideales humillados"No galope que hay agujeros", señor Alejandro Katz. Dejemos que el diputado Bolsonaro por lo menos asuma la presidencia de Brasil. El prejuicio no es para nada recomendable. En cuanto a que su triunfo "humilla los ideales de la democracia", habría que preguntarse a qué ideales se refiere. Haber ganado en forma transparente una elección, por ejemplo, no humilla para nada a la democracia, y menos que alguien sostenga el orden como un valor legítimo. ¿O será que usted se siente humillado cuando muchos de nosotros no vemos ni entendemos lo que usted pretende que veamos o entendamos?Miguel Pedro Mordegliamailto:mpmordeglia@hotmail.comAlfonsín no entendióAl cumplirse 35 años del triunfo de la UCR en 1983, como radical, creo necesario reflexionar sobre la figura de Raúl Alfonsín, que llegó al gobierno en un momento muy difícil para el país, luego de una dictadura sangrienta y una guerra irresponsable y suicida. Su triunfo significó la derrota del pacto militar-sindical, que mantenía la autoamnistía de Bignone y devolvía a los jerarcas sindicales las cajas de sindicatos y obras sociales. Sin embargo, y a pesar de ser apoyado por la vasta mayoría de los sectores independientes en 1983 y 1985, Alfonsín no entendió que el desafío no pasaba por la fundación de un ridículo tercer movimiento histórico, sino afianzar una república democrática con verdadera división de poderes, progreso económico en libertad y justicia social. A pesar de la frase de Alfonsín de "sigan ideas y no a hombres", todo movimiento con liderazgo personalista "infalible" es populismo por donde se lo mire. El discurso alfonsinista...

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