De los lectores: cartas & mails

Carta de la semana

La gran lección de Stephen Hawking

Cuando recibí la noticia de la muerte de Stephen Hawking recordé una frase de mi abuela, que decía: "Las brujas no existen, pero que las hay, las hay". Hawking nació el día en que siglos atrás murió Galileo y falleció el día del nacimiento de Einstein. Quizás en algún lado del cosmos estuviera destinado a tomar la posta de estos grandes científicos. Y me pregunto si mentes brillantes como la de Hawking o el matemático John Forbes Nash (en el cual se inspiró la película A beautiful mind), afectados de enfermedades rápidamente terminales o incapacitantes, a través de su resiliencia y voluntad, pudieron torcer las predicciones médicas bien documentadas con estadísticas sólidas.

¿Puede la fuerza de la voluntad, a través de lo que es conocido como epigenética, cambiar el rumbo de la historia personal de los individuos escrita en los genes? Me gustaría saber la respuesta de los expertos, biólogos, médicos, psicólogos u otros referentes para seguir aprendiendo. En todo caso, y cualquiera sea la razón, tomemos estos ejemplos para superar dificultades y festejar éxitos.

Andrés Scheimberg

DNI 13.080.010

Agradecida por vivir

El 8 de marzo pasado, Día de la Mujer, me puse a pensar en aquellas mujeres de las que nadie habla ni honra en ese día tan especial. Esas que lucharon por la vida de los más indefensos, que salieron más allá de sus derechos para tener un gran acto de amor. Aquellas que a pesar de su situación económica, sus conflictos familiares, enfermedades, motivos de sus embarazos, decidieron darle la oportunidad de vivir a alguien, para que pueda crecer, quizás en otra familia, tener hermanos, la oportunidad de estudiar, de trabajar, enamorarse, disfrutar y ser feliz. Ellas fueron capaces de amar a esa criatura que llevaron en la panza durante nueve meses, cuidaron de su embarazo de la mejor forma que pudieron, pensaron primero en ellos, en su futuro, sin pensar en que sería de ellas. La clave fue el amor que dieron. Algunas se animaron a darlos en adopción. Por más encariñadas que estuvieran, pensaron en el bien del bebé. ¿Matar a alguien que tiene el deseo de vivir? ¿Que no hizo daño a nadie? ¿Por qué? Agradezco a mi madre biológica que dijo sí a la vida. No sé bien en la situación en que se encontraba, pero sí sé que a pesar de todo pensó primero en mí y me dio la oportunidad de vivir. Sé que en esos nueve meses me cuidó como ninguna, y con amor. Se alejó de los prejuicios de dar en...

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