De los lectores: cartas & mails

Carta de la semana

El buen maestro

Un buen maestro no da la clase sentado, y si se viera obligado a hacerlo, manifiesta una inquietud interna contagiosa. Se emociona con sus alumnos y junto con sus alumnos. Aplaude mínimos logros, minimiza lo extraordinario, no festeja solo a los maravillosos, ve en lo ordinario lo que otros no advierten: los pequeños progresos. Vislumbra dones y talentos para leer, escribir, dibujar, hablar, conciliar, cuestionar, relatar; cada alumno tiene algo para dar. Cuando lo descubre, lo exalta, promueve, impulsa. El buen docente sabe, pero aprende junto con los chicos, averigua, curiosea, despierta inquietudes, propone, habla bajo y poco, les da la palabra a sus aprendices. El monopolio de lo verbal es terreno de los que conforman la clase. El maestro que trabaja bien muestra entusiasmo, piensa y prepara la clase, pero es flexible. El pizarrón es su aliado: ahí ve el pensamiento de los alumnos. Respeta las formas de aprender de todos: los silenciosos, los inquietos, los vergonzosos. Siempre busca excusas para el juego, recurso más seguro y más legítimo, ya que es la comida diaria de todo niño. Los buenos maestros creen de verdad en los que educan, saben que no son seres domesticables, "formateables"; sí, conocen el paño y aprovechan las singularidades para que cada uno se desarrolle mejor. No hay criatura que no desee aprender, conocer el mundo, manifestar sus dudas, pedir urgente aclaración de una realidad complicada y egoísta.

Los niños son santos... el buen maestro... ¡también!

Roberta Garibotti

DNI 18.534.548

Como todos los años

Una vez más, nos encontramos los argentinos bajo las amenazas de paros generales y marchas multitudinarias convocadas por el sindicalismo nacional, como siempre, en una típica actitud de soberbia y prepotencia. Estas inútiles metodologías y artimañas de índole política se apartan de la esencia misma de la función sindical, que es la defensa de los empleados ante las empresas que no cumplen con las normas y obligaciones establecidas, así como, lógicamente, bregar por un mejor salario para sus afiliados. Todo esto dentro de la ley, el diálogo y la búsqueda de consenso. Además, no perjudican directamente ni a las empresas ni al gobierno, sino que causan daños y molestias a muchísima gente que necesita trabajar todos los días para vivir. El motivo de las protestas, como siempre, está expresado en forma ambigua y es el de hacer cambiar el programa económico. Un absurdo que demuestra la poca...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR