Lecciones a distancia para la nueva etapa política

En el inicio de un lúcido libro titulado Las morales de la historia , Tzvetan Todorov plantea la siguiente cuestión: "Para conocer mejor a un pueblo, ¿hay que observarlo desde el interior o desde el exterior? ¿Quién es capaz de dar un juicio más perspicaz sobre un grupo, el que le pertenece o el que lo observa desde afuera?". Procurando responder estos interrogantes, Todorov recurre a un neologismo inspirado en la etnología, la ciencia social que aborda las culturas desde un punto de vista exterior a ellas. Se trata de la "exotopía", que podría entenderse como la cualidad de mirar a distancia. Fue acuñado por el pensador ruso Mikhaïl Bajtín, quien sostuvo que esta posición es "la palanca más poderosa" para comprender una cultura ajena. Tenía sentido que Todorov abrevara en esa fuente pues él era un escritor búlgaro asimilado a la cultura francesa, un exilio físico e intelectual que lo volvió sensible al reconocimiento de los otros. Para él "apartarse progresivamente -aunque no del todo- del grupo de origen" era un requisito para contemplar a los extraños sin prejuicios. Con esa inspiración fue capaz de analizar la conquista de América enhebrando "la conquista vista por los franceses" con "la conquista vista por los aztecas" y escribir páginas iluminadoras sobre las relaciones interculturales, donde prevalece una mirada autorreflexiva que trasciende las diferencias valorativas y políticas irreconciliables. Una verdadera lección para los cultores de la grieta.

Pocos días antes de un cambio de gobierno que genera tantos entusiasmos como temores y odios soterrados, se conocieron estos días dos reflexiones sobre la Argentina que cumplen cabalmente el requisito de la exotopía. Y tal vez por eso pueden ser consideradas lecciones, sin homologarlas a la jerarquía de Todorov, particularmente útiles para la nueva etapa política. Provienen de dos intelectuales argentinos que pertenecen a generaciones y quehaceres distintos, pero que viven y trabajan desde hace tiempo fuera del país: Mario Bunge y Federico Finchelstein. De Bunge, que no necesita presentación, se publicó en la revista de LA NACION del domingo pasado un muy buen reportaje, realizado una semana después de que el físico y filósofo cumpliera 101 años. Con intacta lucidez, y fiel a su espíritu independiente y transgresor, Bunge reconoció que estaba arrepentido de dos decisiones en su vida: haber sido comunista y haber sido gorila. "Fui gorila. Lo confieso con toda vergüenza, mi iracundia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR