Laura Laprida: 'Decidí dejar de frustrarme y disfrutar'

Carga dos bolsas enormes llenas de ropa de una importante marca y al verla cualquiera pensaría que es la envidia de toda mujer. No sólo por la ropa, sino también por su rostro casi angelical -aunque ella insiste en que su mirada da para encarnar a una villana-. Sin embargo, Laura Laprida, actriz, modelo e hija de María Eugenia Fernández Rousse, una de las célebres Trillizas de Oro, se apura en aclarar que esa ropa debe devolverla. Lo hace sin pena, casi desapasionadamente. Tal vez porque la ropa no es precisamente lo que más le interesa -aunque de alguna manera vive de eso, teniendo en cuenta que es la flamante cara de la campaña de Peuque-. En cambio, se entusiasma cuando habla de su trabajo como actriz y de su faceta menos conocida como radióloga en el hospital Fernández. Entre esos dos mundos tan disímiles -opuestos, casi- se mueve desprejuiciada Laura, a sus 25 años. Aunque asegura no sentir el impacto de pasar de un set de grabación a una sala de radiología de un hospital público, no hay dudas de que su meta es ocupar más horas filmando que en contacto con los pacientes. Un paso importante lo dio el año pasado, cuando fue parte de la serie Historia de un clan, dirigida por Luis Ortega, y tuvo una escena de alto voltaje con el Chino Darín que dio que hablar, y mucho.

-¿Cómo fue crecer con una mamá por triplicado?

-A mí me gustó mucho porque nunca me sentía sola. Si mi mamá viajaba, estaban mis tías, me buscaban en el colegio, se ocupaban de mí y mis hermanas y era casi lo mismo. Contado así tal vez suena horrible, pero es lo que viví y a mí me gustó. La mía es una familia ampliada, mis primas son como hermanas, y yo digo que tengo ocho sobrinos, pero reales, son sólo dos.

-Tu mamá, tus tías y tus primas se casaron muy jóvenes. ¿Pensás seguir ese camino?

-En general cuando te casás con polistas te casás joven porque viajan mucho, como fue el caso de mi mamá. Tengo dos amigas que se casaron hace poco a los 23 y dije: "Guau". Por ahora me concentro en mi carrera y no tengo novio.

-¿Pero te gusta esa vida? ¿Te casarías con un polista?

-Nunca se sabe porque las cosas van pasando: no sé si uno está en condiciones de elegir tanto. Me enamoraré de quien tenga que ser. No soy quisquillosa, no cierro puertas. Sí me gustó ser hija de un polista porque viajé y tuve la posibilidad de vivir en varios países.

-¿Nunca sentiste el desarraigo?

-No, porque siempre son los mismos circuitos que se repiten y se termina armando un grupo con los que viajan...

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