El largo mes que falta para olvidar las penas

Qué largo puede ser un mes. Mucho más que los 28, 29, 30 o 31 días que nos legó el calendario gregoriano. Renovada y penosa constatación en estos días de vértigo a los que nos trasladan esos que siempre juegan con cartas marcadas y a los que nunca ven venir los Nobel ni los noveles de las ciencias económicas, que abundan en los gobiernos. Solo los catastrofistas aciertan. Cuando todo fracasa. Jamás anticipan el éxito, al que siempre llegamos tarde donde nunca pasa nada (Serrat dixit).

Falta casi un mes, apenas 32 días, pero habrá que transitarlos de a uno sin poder descontar ni siquiera una de las 768 horas que faltan, con la ansiedad de cada uno de los 46.080 minutos que nos...

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